Dilema complejo

Este año ha sido económicamente muy complicado para usted y su familia. De todo el dinero que estimaba recibir para sostener su casa, obtuvo 10% menos.

El problema se ha dificultado, porque 75% de todo el presupuesto con el que contaba está comprometido en gastos fijos que no puede evitar: comida, ropa, atención de salud y de educación, renta y abono a las deudas de la familia.

Todo esto lo ha obligado a apretar los otros gastos, pero no se anima a mover a sus hijos de la escuela en la que los tiene a otra que le implique un ahorro, o a reducir las medicinas y la atención médica por otra más barata, porque es muy probable que algunos de los miembros de su familia, ingenuos o aprovechados, le voltearán la casa inconformes porque intenta reducirles los privilegios a los que los ha acostumbrado.

Lamentablemente, no todos los que generan ingresos personales en casa aportan al gasto común. Hay también un par que no contribuyen, porque se han acostumbrado a que lo que hay en casa es para todos, pero lo que ganan en su trabajo informal es sólo para ellos.

Lo malo es que el próximo año pinta aún peor. Ya ha consumido buena parte de sus ahorros, y lo que usted hace para ganarse la vida cada vez es peor pagado, así que tiene un dilema muy grande. Para poder completar el gasto de casa tiene que resolver si va a obligar a los que no aportan al fondo común a hacerlo, o si les va a quitar privilegios a los otros que ya lo tienen como derecho. En cualquiera de estas opciones se arriesga a que le armen un alboroto. La última opción no le traerá problemas, pero le recorta su futuro: conseguirá dinero prestado para completar el gasto.

¿Le parece conocida esta historia? El Gobierno federal está en esta incómoda situación. La reducción de su presupuesto actual, que será abrumadora el siguiente año lo tiene entre buscar más ingresos para la casa, recortar más sus gastos o endeudarse.
Lo peor de todo es que en casa no pueden ponerse de acuerdo para resolver en común este dilema.