De vuelta a la realidad

Las fiestas decembrinas ya han quedado atrás. Las filas de automóviles se verán hoy en los principales accesos a la ciudad y el regreso a la cotidianidad nos llevará a enfrentarnos con una cuesta de enero en particular complicada.

Durante estas vacaciones sucedieron muchas cosas que nos afectarán el resto del año 2010. Subieron las gasolinas, y seguirán aumentando su precio cada mes, el precio de las tortillas comenzó a dar “jaloneos” alcistas, el IVA ya se cobra a 16%, el sueldo de los trabajadores que ganan más de 10 mil pesos al mes se verá afectado por el aumento de 2% en el Impuesto Sobre la Renta, el transporte público cobrará seis pesos por viaje a partir del 6 de enero, etcétera.
Se trata de una verdadera escalada de aumentos que, por desgracia, seguirá con mayor fuerza en los próximos meses.

Analistas han alertado sobre lo poco que servirá el aumento de 4.85% al salario mínimo. Insuficiente e imperceptible será sin duda para millones de mexicanos, pues las alzas generalizadas estarán por encima de esa cifra y en su conjunto golpearán la economía familiar.

Pero más que alarmarnos por la problemática que se avecina, la realidad nos llama a armar un verdadero plan familiar que haga rendir nuestro dinero al máximo posible. Descartar los gastos innecesarios, utilizar el transporte lo estrictamente necesario, buscar la mejor calidad en comida al mejor precio, aprovechar las promociones, pero sobre todo no buscar en el endeudamiento una salida fácil al problema que después haga más difícil salir adelante.
Muchas familias han tenido que endeudarse porque no cuentan con los ingresos suficientes para poder afrontar las necesidades básicas de alimentación, vivienda y educación. Y aunque es una opción válida, su abuso tendrá, tarde o temprano, consecuencias.

La situación nos llama a la acción desde lo individual hasta lo familiar. No habrá marcha atrás y no debemos sorprendernos por la subida de precios. El Gobierno enfrentará, sin duda, una nueva oleada de protestas a las que deberá dar salida. La balanza está demasiado inclinada y será deber de las autoridades buscar un equilibrio justo para recobrar, aunque sea poco a poco, el poder adquisitivo que los mexicanos hemos perdido.