Jueves, 26 de Diciembre 2024

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Bondad

Por: EL INFORMADOR

Hace tiempo que deje de ver y oír las noticias de la noche. Me di cuenta de que las barbaridades que contaban me alejaban el sueño. Asesinatos por acá y por allá y por más allá. Nos presentaban -nos presentan- un México de lástima.
 
Durante el desayuno prendía mi aparato y lo mismo: seguían las matanzas, el grave problema del narcotráfico, el viacrucis de los que se van a los Estados Unidos en busca de mejor vida y... ¿la encuentran?
 
Pues dejé de oír los noticiarios de la mañana. Sospecho que hay una ley en las televisoras que anima y obliga a los locutores a exagerar lo malo que sucede, creen que eso interesa más al auditorio que si le dieran popularidad a la bondad que todavía queda en el mundo.
 
Pero no puede uno vivir incomunicado y, claro,  volví a querer enterarme de las cosas del mundo, de las cosas de México. Así que la otra mañana abrí mi televisión y vi una estupenda noticia: un gran edificio convertido en escuela, lleno de niños que iban aprendiendo con sencillez las lecciones necesarias para abrirse buen camino en la vida.
 
El locutor explicaba  que en una de esas discotecas que ahora mal llaman  "antros"  un muchacho empezó a aburrirse de ese ambiente negativo y pensó hacer algo que mereciera la pena el hecho de existir. Tal joven es hijo de ricos, así como sus amigos, y cada noche dejaban en un establecimiento sumas considerables a cambio de alcohol y drogas. Nuestro protagonista tuvo un momento de lucidez, recordó de pronto a los chamacos que deambulan por las calles huérfanos de toda protección y se propuso dedicar una de sus casas a hogar de esos desdichados. Tenía tiempo y dinero para ello.

Se lo propuso a sus amigos, en situación económica y familiar igual a la suya y, aunque algunos dijeron  que no, otros se animaron a ayudarlo y, dejando el vicio de la bebida y lo demás, lograron reunir a los niños desamparados. Estos vestían bien, iban limpios, estaban alimentados y sabían leer y mucho más.
 
Lo bueno era que el locutor daba detalles de esta obra en un tono tan agradable  que contagiaba al auditorio y el que se enteraba de la noticia se alegraba y quería contribuir. En vez de niños limpia-coches ahí había buenos mexicanos del futuro.
 
La noticia corrió, la gente perdió su pesimismo y tristeza. Ni un niño vagabundo. La bondad es posible.
 
Aquello fue un sueño. ¡Qué lástima! Pero puede ser verdad.
 
Toluca, enero 2011

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