Blindaje electoral

El presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, César Duarte, ha advertido que existe el riesgo de que en la próxima Legislatura puedan llegar como legisladores gente al servicio del narcotráfico. Y ha convocado a las autoridades federales electorales a que trabajen con ahínco para ejercer controles férreos a un proceso electoral amenazado por los alcances corruptores de la delincuencia organizada.

No ha sido, la de Duarte, la única voz que ha advertido de tal posibilidad. Desde agosto, el Congreso de la Unión ha sido receptor de ecos de pronunciamientos en ese sentido, de otros integrantes del mismo y de las universidades.

Incluso, legisladores de más de un partido político han urgido que se realicen reformas a las leyes electorales con el propósito de establecer controles jurídicos rigurosos que eviten, a toda costa, que el crimen organizado se vaya a hacer de una curul. Y, con ello, se haga todavía más complicada y peligrosa la lucha del Estado contra el crimen organizado.

Cuando el año 2008 entró a su recta final, voces que han sido la mayoría discordantes entre sí, en este tema sí coinciden: admiten que está latente el peligro de que lleguen al Congreso peones del crimen organizado.

Desde mediados de octubre, en el Instituto Federal Electoral (IFE) se ha estado hablando de un “blindaje” del proceso electoral de 2009, que en su conjunto incluye el relevo de los 500 diputados federales, la sucesión en seis gubernaturas, además de presidencias municipales y diputaciones locales en más de cinco entidades.
Propuestas desde entonces hubo, de distintos partidos políticos, pero terminaron por no atar acuerdos expresos. Y unos terminaron echándoles la culpa a otros.

Las propuestas del PAN son polémicas, desde la óptica de partidos como el PRI y el PRD, que no dejan de suponer que detrás de esas recomendaciones podría estar la conformación de un instrumento filoso cuyo mango lo tendría el partido en el poder para, eventualmente, excederse contra candidatos de otros partidos, que no necesariamente estén coludidos con el crimen organizado. O sea que las desconfianzas prevalecen. Y en eso están, justo cuando ya está aquí el año 2009.