Acabar con el desperdicio

Nadie podrá negar que si los mexicanos que han emigrado a Estados Unidos estuvieran todavía en nuestro país, todos nos estaríamos beneficiando con su empeño porque, con algunas excepciones, la mayoría de los casi 12 millones se distinguen por su capacidad para el trabajo. Por desgracia, México no pudo ofrecerles una oportunidad para desarrollarse aquí, y tuvieron que buscarse oportunidades en otra nación.

Según expertos, crisis como la que ahora se enfrenta tienen la virtud de mostrar los aspectos más endebles de las economías, y uno de ellos es que el país no sabe cómo cultivar adecuadamente su talento; una parte sale expulsado a buscar oportunidades en otra nación, contribuyendo significativamente al desarrollo de nuestros vecinos. Y los que se quedan, la gran mayoría, no son capaces de aprovechar todo su potencial.

Resulta entendible que ante el problema económico global actual se estén reduciendo los empleos en el país, como en el resto del mundo: en un año, casi 30 mil de los que son registrados ante el Seguro Social —uno de cada tres de los que existen en México— y un poco más de 400 mil, de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que mide todas las actividades productivas. Si se toma en cuenta que demográficamente se requiere la creación de un millón 200 mil puestos laborales por año por la expansión de la población en edad de trabajar, se está llegando a la médula del problema.

En este contexto, es lamentable que se desperdicien recursos en la formación profesional de los jóvenes. Hace unos días se reunió en Vallarta un grupo de rectores universitarios que, entre sus conclusiones, aceptaron que 45 de cada 100 egresados mexicanos de estudios superiores no ejercían lo que estudiaron. Y ahora el Inegi dice que 35 de cada 100 desempleados han estudiado bachillerato o licenciatura.

Algo no se está haciendo adecuadamente como nación, cuando una parte del talento social tiene que ir a desarrollarse a otro país, y otra parte, formada educativamente a un alto costo, no se incorpora al sector productivo para contribuir en generar mayor productividad y riqueza para los mexicanos.