A salir del hoyo

Imagine que de un día para otro —aunque en realidad fue de un año a otro— la cazuela de comida que tiene que repartir en su casa se hizo 7% más chica, y tiene que alimentar con esa cantidad reducida de alimento a un hogar con muchos habitantes. Para ser precisos, 108 millones de personas. Ése es el tamaño de la crisis que se está viviendo.

En este reparto de “cazuela” de la empequeñecida riqueza producida el año pasado por todo el país, el Producto Interno Bruto (PIB), habrá hambre para todos, en sus diversas necesidades. De acuerdo con un centro de análisis de la ONU, en el extremo inferior de la pirámide socioeconómica nacional se han añadido entre 700 mil y 800 mil personas a la pobreza. Y si hacemos caso de las cifras del Inegi, otros 700 mil perdieron su ingreso en 2009 con respecto a 2008.

La reducción de “alimento” ha sido para todos los mexicanos. Y si se aceptan las proyecciones más optimistas, durante 2010 apenas se recuperará la mitad de todo lo que se perdió en riqueza producida en el fatal 2009, el peor en 80 años.

Por eso causa incredulidad y hasta irritación que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, en su gira de presentación en Washington se haya animado a declarar el miércoles que ya acabó la crisis en México. No, no ha terminado, estamos en el fondo de una profunda barranca y con una tarea muy complicada para recuperar todo lo que se ha perdido, que llevará de dos a cuatro años de acuerdo con quienes se dedican a calcular proyecciones económicas.

Por eso es fundamental que todas las fuerzas de este país se pongan a hablar y, sobre todo, a resolver lo que nos toca hacer a cada uno para salir del enorme bache en el que estamos metidos.
Por eso es básico que entendamos que al hambre causada por una “cazuela” que se ha empequeñecido tenemos que responder con lo mejor de México, con el acuerdo de fuerzas, la ambición de miras y el empeño de todos. Nuestros competidores en el planeta están buscando lo mismo.