Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | PERGEÑO POR VÍCTOR E. WARIO ROMO

Y sí, esto se puso peor

La construcción de acuerdos no es un acto de fe y no puede arrancar a partir de la guerra de desconfianzas

Por: EL INFORMADOR

Víctor E. Wario Romo.  /

Víctor E. Wario Romo. /

Las preguntas se desgranan a partir de las experiencias vividas, incluso en los tiempos recientes de la transición democrática de México: ¿En verdad alguien cree, con argumentos, que los actores políticos tendrán la capacidad y la altura de miras para sentarse en torno a una mesa, a convocatoria del Presidente Felipe Calderón, para buscar consensos y encontrar estrategias eficaces para confrontar la creciente inseguridad? ¿Es posible que eso ocurra a partir del 5 de julio, cuando dirigentes y candidatos que participan en los 14 comicios estatales (una docena de ellos para elegir gobernador) estarán metidos en los litigios para defender los que presumen serán sus triunfos?

En honor a la verdad, se ve difícil. La generación que hoy tiene el mando en el andamiaje institucional del país no ha mostrado tener la capacidad de la interlocución seria, respetuosa, propositiva, para llevar al país a mejores condiciones para las generaciones futuras. Todo ha sido ver por sus intereses, todo ha sido buscar la ganancia mísera, aun sacrificando los beneficios de la sociedad; una y otra vez han pospuesto la discusión seria y a fondo de las reformas que le hacen falta al Estado mexicano, porque tienen la mira puesta, unos en conquistar nuevos peldaños de poder, y otros en retener los que han obtenido, sirviéndose de los recursos públicos, sin tapujos.

Si a partir de que se conozcan los resultados preliminares de las elecciones estatales, panistas, priistas y perredistas (con sus respectivos partidos adherentes) se concentrarán en la exhibición de actas, los cuestionamientos a los árbitros electorales, las acusaciones por presuntos delitos, pero ¿serán capaces de encontrarse con civilidad para enderezar el rumbo de la lucha contra la inseguridad, justamente en los momentos en que la violencia ha alcanzado un tope que ya tocó de muerte a un candidato a gobernador?

Insisto: se ve difícil. La construcción de acuerdos no es un acto de fe y no puede arrancar a partir de la guerra de desconfianzas. El crimen del abanderado priista Rodolfo Torre en Tamaulipas tomó a los adversarios electorales en plena guerra de ilegalidades, en la culminación de la batalla de acusaciones, en la que nadie llegó con las manos limpias a levantar el dedo acusador. Entonces, ¿de dónde sacarán la calma y la lucidez para decirle al otro que son capaces de integrar sus ideas, sus propuestas, para remontar la pobre respuesta del Estado ante los embates del crimen organizado?

Ya se acusaron, con un féretro como escenario, de lucrar con una tragedia que, antes que partidista o gubernamental, es íntimamente familiar. ¿De qué no serán capaces cuando tienen en la mira, aunque no lo confiesen, hacerse del poder máximo en el muy cercano 2012?

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