Martes, 26 de Noviembre 2024
México | APARADOR POR SERGIO RENÉ DE DIOS

Vivir fuera de la tele

Ser ídolo es sinónimo de ‘‘rating’’, incremento de ganancias, atracción de multitudes

Por: EL INFORMADOR

Un jugador de futbol profesional, una actriz o actor de cine o telenovelas, un cantante o un grupo musical son los modelos televisivos de fama y éxito. Ser ídolo es sinónimo de “rating”, incremento de ganancias, atracción de multitudes. Entrar al círculo del espectáculo mediático, se infiere, es casi alcanzar la gloria. No en balde los “casting” de los programas suelen reunir a miles de jóvenes, embobados por “hacer carrera” en el mundo del entretenimiento. Y si los privilegiados que pertenecen a cualquiera de las múltiples empresas del duopolio mexicano de la televisión enfrentan la desgracia lamentable de ser baleados en un antro, tienen garantizado que los conductores de los noticiarios electrónicos engolen la voz, demanden justicia ya, lancen acusaciones, muestren rictus de enojo. Un ídolo, esté en la cancha de futbol, en un estudio televisivo o en un hospital, es imán de audiencias. Vende.

Además de la legítima y exigible, subrayo: legítima y exigible, justicia en nombre del ídolo y víctima de la creciente inseguridad pública, del envío de reporteros para dar seguimiento puntual a las investigaciones policiales, de citar a funcionarios para que entrevistados en vivo den cuentas sobre qué hacen para detener a los agresores, de registrar las conmovidas lágrimas de los seguidores de la víctima, de mostrar imágenes de los improvisados altares para implorar a fuerzas divinas la protección del desvalido, de invertir tiempo y recursos en mantener a la opinión pública atenta en el caso, lo que ocurre demuestra de nuevo que vivir fuera del mundo del entretenimiento televisivo es vivir en el error. No generar puntos de audiencia mediática es ser ciudadano de segunda, tercera o hasta cuarta categoría. Por lo tanto, las empresas informativas electrónicas harán poco o nulo caso a quienes, sin pertenecer a sus filas, también demandan justicia.

¿Dónde están las empresas televisivas y sus conductores exigiendo con igual pujanza que se haga justicia a los defensores de derechos humanos asesinados en Chihuahua o Guerrero, a las dos indígenas detenidas desde 2006 por supuestamente secuestrar policías de la PGR, a las personas victimadas o ultrajadas por militares en los operativos antinarcos, a los organismos civiles que son amenazados y atacados por defender migrantes o derechos laborales, a los de San Salvador Atenco procesados con saña por el aparato judicial y a las mujeres de ese poblado violadas por policías, a las víctimas de los feminicidios en Ciudad Juárez, a los desaparecidos durante la Guerra Sucia en los sesenta y setenta, etcétera? Difícilmente lo harán: no son ídolos, no generan “rating”.

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