Visión y decisión

A menos de 40 días de las magnas celebraciones por Bicentenario y Centenario, persiste la percepción de intranquilidad, que aún es tiempo de revertir. Hay expresiones de auténtica efectividad en la lucha contra el llamado crimen organizado, pero aún no despejan la indiferencia.

Todo apunta a un freno a la impunidad que deterioró la confianza en las autoridades, ciertamente con acontecimientos irreversibles en gran parte del país; que las palabras no mitigan el dolor de seres que perdieron parejas, padres que perdieron hijos, hijos que perdieron padres. La impune corrupción abrió las brechas al delito sin freno eficaz ni alcanzar responsables.

Las conmemoraciones, motivo de orgullo y festividad, deben penetrar en el ánimo de la población, así como el reconocimiento por las acciones de innegable efectividad. Antes fallamos al determinar la criminalidad al otorgarles nivel de deterioro social conducente al descrédito de las instituciones. Los hechos recientes alientan la confianza.

Las redes sociales de la ciudadanía, que a través de la electrónica están convertidas en emisoras de alarma tendientes a incrementar el temor con sensible pérdida de confianza en cuanto nos rodea, son herramientas comunes de la población, joven y mayoritaria; potencialmente aplicables a difundir valores y conciencia del bien por el bien mismo.

Sin desconocer que la receta infalible no existe, ni esperar milagros, es necesario dimensionar peligros y vertientes de solución con aprecio al valor de las instituciones. El principio de solución es la reposición del orden. Las buenas intenciones de las autoridades y gobernantes no son palabras huecas, sino el llamado a la unidad como la única salida a las circunstancias delictivas.

Las fórmulas para vencer la anarquía y convocar al orden existen y definirán al líder auténtico dotado de honestidad, voluntad y capacidad para convencer, que en su esencia significa vencer, entre otras cosas, la adversidad que pone a prueba el carácter. La población otorgará su confianza, credibilidad y apoyo, sustituyendo la crítica estéril por la propuesta responsable. En el fondo de cada habitante existe el deseo, pero falta convertirlo en propósito, con promesas viables y realizaciones transparentes.

La Historia es referente de querellas productoras de daños mayores e irreversibles, en muchos casos. Ya es tiempo de romper con mitos y ejercer la postura de la responsabilidad que están reclamando las condiciones sociales de competencia en el mundo actual.

Más que por gusto, por necesidad debemos recontar los atributos de bienestar que nos acerca la ciencia, y apreciar los privilegios con las posibilidades de comodidad y bienestar. Buscar hasta encontrar lo bueno conlleva esfuerzo con segura recompensa. Siempre hay luz al final del túnel.
Dios nos guarde de la discordia.