¡Vaya forma de recaudar!

Es difícil encontrar personas a las que les resulte placentero tener que pagar impuestos o cosa que se le parezca, sobre todo cuando se percibe que la contraprestación recibida no es equiparable a lo que se aporta ni lo suficientemente transparente como para que el contribuyente aporte con agrado la parte que le corresponde.

El propio Felipe Calderón —Presidente de México— lo reconoció en un spot de radio y televisión difundido el año próximo pasado, en lo que pretendía ser un exhorto para que cada uno asumamos nuestra responsabilidad y aceptemos que los impuestos se deben de pagar —muy bien, pero ya párenle—.

Ahora, bien, partiendo de la base de que los impuestos se deben de pagar, ¿por qué no hacerlo una tarea fácil? ¿Qué necesidad hay de que existan tantas trabas y vericuetos para pagar? Las instancias gubernamentales requieren recaudar para poder ejecutar las acciones necesarias para su mejor desempeño, hasta ahí vamos bien y todo mundo lo entendemos… pero, de nueva cuenta, ¿por qué no hacerlo fácil, eficiente y eficaz?

Para muestra, un botón: además de los múltiples impuestos que se deben de pagar en la compra de un automóvil, su funcionamiento —gasolina y demás requerimientos— y su manejo, todos requerimos contar con una licencia de manejo (y renovarla periódicamente), lo que se convierte en un impuesto más, pero bueno.

El caso es que la licencia promedio tiene un costo de 420 pesos, lo que es el equivalente a ocho salarios mínimos en la Zona Metropolitana de Guadalajara (comes o pagas licencia); pero eso no es todo, ¡no qué va!, para poder pagar y obtener o renovar la licencia usted debe de invertir —en estos días de cuesta de enero— por lo menos cinco horas de su tiempo, haciendo filas aquí y allá: una para que le informen, otra para que le revisen sus documentos, una más para pagar, ya sea en la recaudadora o el banco autorizado, otra para que le tomen la fotografía y la última para que le entreguen el documento en cuestión.

Imagínese usted, se recibe un promedio de 250 personas en cada uno de los módulos existentes para ello, lo que hace un aproximado de mil 250 personas diarias que habrían de reportar 525 mil pesos, empero, el costo real para el contribuyente no es ése, pues además implican 781.25 jornadas de ocho horas en pérdida de tiempo, esto es, si las personas que acuden a realizar este pago, reitero, pago, ganan en promedio 500 pesos el día —ojalá— estaríamos desperdiciando algo así como 625 mil pesos por jornal, más los 35 pesos por persona para desayunar, más 30 pesos en promedio de estacionamiento... ya mejor ni sigo contando, ¿sería posible más eficiencia, señor precandidato?