Una historia hollywoodense

Cuando se habla de Hollywood, generalmente se piensa no en el distrito de la ciudad de Los Ángeles, sino en la meca del cine estadounidense, altamente posicionada por su emblemático cartel que ha hecho de ésta una ciudad marca de gran reputación. Dicen los expertos del marketing que marca es lo que tú dices de ti mismo, y reputación lo que los demás dicen de ti; en ese sentido, los actores y empresarios de Hollywood han logrado ambas cosas para la ciudad.

Hace unos días, un considerable donativo de 900 mil dólares que el fundador de Play Boy sacó de su chistera, salvó de la especulación inmobiliaria el simbólico cartel de letras blancas que forman la palabra "Hollywood" en las colinas del mismo nombre. Esto a través de la organización conservacionista The Trust for Public Land que debía recaudar 12.5 millones de dólares y que fue apoyada por personajes y empresas como Steven Spielberg, Tom Hanks, Allien Getty, Tiffany & Co., y el mismo gobernador de California, quien señaló que el letrero Hollywood es uno de los monumentos icónicos más reconocidos en el mundo. El terreno será parte del patrimonio público e integrado al parque Griffith.

El sistema económico mundial ha hecho de las ciudades una marca más en el sistema, encaminada a atraer nuevos capitales. Al igual que las multinacionales, las ciudades se lanzan a la aventura global y se internacionalizan; es el caso de Nueva York, París, Londres, Río de Janeiro o Abu Dhabi, Shangai, etc., ciudades inmersas en un panorama publicitario geográfico mundial en busca de su propio "I Iove NY". Hollywood no fue la excepción, pues fue precisamente una campaña publicitaria realizada en 1923, la que incrustó el emblemático cartel blanco en esa gran colina verde.

Otro paisaje emblemático estadounidense es el Monte Rushmore de las Colinas Negras de Dakota del Sur. Un conjunto escultórico tallado sobre las rocas que muestra el nacimiento y desarrollo de los Estados Unidos a través de los rostros de sus ex presidentes Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln. En su momento no había legislación que impidiera realizar una obra de esa naturaleza que disparara el paisaje y alterara el entorno natural de esa manera. Actualmente la ley no sólo prohíbe este tipo de intervenciones, sino que terminó incorporado las imágenes de los ex mandatarios al patrimonio cultural norteamericano. En ambos casos, el tiempo las ha constituido en un elemento de identidad cultural para los estadounidenses, y en el caso de Hollywood, para los no estadounidenses, pues las imágenes y sonidos que ahí se han producido modificaron la forma de hablar de todo un continente. En ese sentido, la salvación del letrero Hollywood representa para la industria norteamericana el final feliz de una historia cuyo guión apuntaba hacia otra dirección. Me pregunto qué harían los estadounidenses si tuvieran pirámides.