Sábado, 23 de Noviembre 2024
México | EL SONIDO Y LA FURIA POR MARTÍN CASILLAS DE ALBA

Un año después, la querida Pavarotti

Con un rito diferente, celebro la llegada de la primavera días antes del oficial 21 de marzo, ahora que he vuelto a escuchar ''el canto de Proserpina'', la pajarita que conocí el año pasado y que le llamé ''mi pequeña Pavarotti''

Por: EL INFORMADOR

Martín Casillas de Alba.  /

Martín Casillas de Alba. /

Ha vuelto la primavera que, en la Ciudad de México y en Guadalajara, se expresa de una manera diferente comparada con otros países en donde la explicaban la alfombra de flores que aparecía cuando daban por llegada la primavera después del rapto de Plutón a Proserpina.

Bernini captó el instante mismo cuando Plutón, el dios del Inframundo, se lleva a Proserpina, la hija de Ceres, diosa de la agricultura, de las cosechas y de la fecundidad quien, al enterarse de lo sucedido le suplicó a Júpiter que le permitiera a su hija regresar a la Tierra, aunque fuese sólo por seis meses y el resto lo pasara en las profundidades del Hades. Júpiter lo aceptó y Ceres, encantada de la vida, cada año le da su bienvenida, colocando una alfombra de flores sobre la Tierra para que Proserpina la recorra con sus delicados y desnudos pies.

Con un rito diferente, celebro la llegada de la primavera días antes del oficial 21 de marzo, ahora que he vuelto a escuchar “el canto de Proserpina”, la pajarita que conocí el año pasado y que le llamé “mi pequeña Pavarotti”, y que ahora ha vuelto para cantar la misma melodía que hace un año, una y otra vez, cuidando de sus nuevas crías.

Como Ceres —digo—, dejé a un lado el libro y salí a la terraza sin hacer mucho escándalo para no asustarla, para contestarle y que supiera que ahí la estaba esperando: al principio no me salía el chiflido y tuve que mojarme los labios varias veces para imitar su melodía, una y otra vez, hasta que me pareció que nos habíamos reconocido. Ésta es la alfombra de flores musicales que había colocado para que pudiera volar con sus alas delicadas y lo hiciera con toda confianza alrededor de la Jacaranda que cubre la terraza.

De una vez por todas —pensé—, estos mis buenos deseos para con su nueva camada: que sobreviva sin tantos sobresaltos y que venga a refrescarse a la fuente que he adaptado para que ella y su familia tomen agua o se bañen, ahora que empieza a hacer un poco de calor, aunque ya sabemos que en México, “febrero loco y marzo otro poco”.

Se pueden imaginar que sonreí de puro gusto, aunque no chiflara cuando la oí y la vi volar entre las ramas desnudas de la vieja Jacaranda que, este año, por egoísta o por vieja, no muestra todavía sus flores.

Luego, entré a la sala y se me ocurrió si ¿no serían mis ansias de querer ver a la querida Pavarotti un año después, las que me hicieron ver y oír a la que no era? No importa, pues ya ha empezado la primavera y eso es todo.

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