Trivia

Hay algunas zonas de México donde la población sufre niveles de violencia equiparables a la guerra civil que estos días está viviendo Libia. A fin de cuentas, aunque ahora le quieran cambiar por decreto el término a “lucha”, nuestro país está sumergido en una doble guerra: la que disputa el Gobierno contra los cárteles de la droga y la que llevan a cabo las organizaciones criminales entre ellas mismas.

Hoy se plantea al lector una trivia. A continuación, se transcribirán testimonios de ciudadanos que padecen el pánico y las amarguras de la violencia. Y el chiste es adivinar si el relato viene de Libia o de Tamaulipas:

“Sí fue intensa la balacera, sí nos dio miedo, no sabíamos el calibre de las armas que estaban utilizando y si podrían penetrar las paredes de la casa, y teníamos miedo de quedarnos atrapados, no poder salir”. ¿Libia o Tamaulipas?

“Las balaceras empezaron en la noche y fueron alrededor de seis horas sin parar de balaceras, y esto lo escuchábamos muy cerquita de nuestra casa, era más o menos un kilómetro a la redonda”. ¿Libia o Tamaulipas?

“(Por la violencia, se estaba) sacando a la gente de los pozos petroleros, algunos se tardaron en decidir sacar a la gente y ya después se empezó a hacer un caos, querer sacar a tanta gente”. ¿Libia o Tamaulipas?

La respuesta a las tres es Libia. Son los testimonios que en entrevista para la televisión nos dieron los hermanos Marco Antonio y Roberto Cota, los dos pilotos de avión mexicanos que trabajaban en Trípoli, la capital de la nación gobernada desde hace 42 años por Muammar Gadhafi, y salieron huyendo en medio de la guerra civil.

Sus experiencias son idénticas a las que por lo menos este reportero recibe todos los días a través de mensajes de Twitter y correos electrónicos procedentes de ese territorio narco que todavía se enlista como Estado de la República y que se llama Tamaulipas, o quizá para dramatizar con su realidad, TamauLibia.

Saciamorbos

La investigación oficial del Gobierno federal mexicano señala que a Julián Zapata alias “El Piolín”, encargado del robo de vehículos para el cártel de “Los Zetas” en San Luis Potosí, le gustó la camioneta del agente migratorio estadounidense Jaime Zapata. Se empecinó en llevársela.

Según la misma indagatoria, el error de los funcionarios de la administración de Barack Obama lo cometió Víctor Ávila, quien iba en el asiento del copiloto, al bajar unos centímetros el cristal blindado, suficientes para permitir que por ahí se asomara el arma de los delincuentes y, por la posición de tiro, matara a su compañero Zapata y lo dejara a él herido.

Esto y el recordatorio de que el arma de los criminales que mataron al agente estadounidense provenía de una de las miles de armerías de nuestro vecino del Norte, formarán parte de lo que hoy expondrá Felipe Calderón a Barack Obama, para tranquilizar las cosas.