Tren parlamentario

La Cámara de Diputados, un día después, ya enfrenta el dilema de si es realmente un contrapeso del Poder Ejecutivo o sólo una oficialía de partes del Presidente de la República.

Se escuchaba ayer todavía el eco de la madrugada del martes, cuando un diputado —desde su curul— exigió a grito abierto al presidente de la mesa directiva, Jorge Carlos Ramírez Marín, que así como ordenaba éste que desalojaran el recinto plenario personas que, no siendo diputados, nada tenían entonces qué hacer allí, así también ordenara que salieran del mismo recinto los cabildeadores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Ramírez Marín soslayó el comentario irónico del diputado que tal cosa le exigía. Iban para las dos de la madrugada. Hacía media hora había reiniciado un sesionar plagado de recesos.

Hacía unos minutos, en la tribuna, los únicos legisladores que han hecho función de oposición real en San Lázaro, los del Partido del Trabajo, habían cuestionado severamente a las cúpulas del PRI, PAN y PRD, por haber permitido a ultranza que sólo un grupo reducido de diputados de esos tres partidos políticos se dedicaran a amarrar cifras y cantidades de un presupuesto que había sido decidido con anterioridad por los hombres y mujeres que envió a cabildear desde el 8 de septiembre la Secretaría de Hacienda.

El dictamen había sido aprobado por la Comisión de Presupuesto. Iba a las fotocopiadoras. Un momento, por cierto, peligroso en San Lázaro, porque todos los años —y ahora no fue la excepción— en ese lapso de la madrugada el dictamen enfrenta el riesgo de que cambien las cifras y cantidades.

De repente, cuando el dictamen ha sido fotocopiado para cada uno de los 500 diputados, suele sufrir modificaciones en sus montos originales.

Sólo los avezados se percatan de ello; pero mucho en contra juega a esa hora el cansancio natural por la madrugada. Y también porque las copias del dictamen suelen entregarse muy a destiempo; casi a minutos de que el dictamen vaya a entrar en curso de votación.

Definitivamente dictaminar el Presupuesto de Egresos 2011 por la madrugada ha significado convertir a San Lázaro en un campo minado para los diputados de la oposición.
Ahora, por cierto, le sucedió nada menos que a la Confederación Nacional Campesina (CNC), el sector del PRI más numeroso, que vio cómo se le extraviaban cuatro mil 400 millones de pesos en el tránsito del predictamen al dictamen.

¿Quién realiza tales hijeces? Algunos diputados admiten saber en corto quiénes, pero suelen no atreverse a decir nombres, porque a ellos les representaría el inicio de vendettas en contra suya, y corren el riesgo de que partidas presupuestarias que ellos impulsaron de pronto se pierdan en las reasignaciones que la Secretaría de Hacienda tiene facultad de hacer todavía al Presupuesto. O, de plano, que los montos que a ellos, política o socialmente, les ha interesado se queden varados el año de su aplicación en un subejercicio.
Una acusación recurrente este lunes de varios diputados —incluidos los del PRI adheridos a la CNC— fue la que hacían contra los cabildeadores de Hacienda, que, por cierto, no son muchos: entre 30 y 40.

Suelen ser economistas la mayoría, algunos provenientes de la Unidad de Apoyo Técnico de la SHCP. Pero también de las oficinas de las subsecretarías de Hacienda, y de Ingresos y Egresos; también se les vio a directores generales, y a los mismos subsecretarios, cabildeando incluso el mismo lunes 15.

Un legislador opositor en la tribuna denunciaba la madrugada del martes cómo los diputados tenían que ir ante los hacendarios para preguntar si podían hacer cambios todavía a algunas partidas.

Se comportaban éstos como empleados, y los enviados de Hacienda como los patrones de los diputados.

Esto rompió el mito de que es la Cámara de Diputados es la hacedora del Presupuesto. En los terrenos formales, sin duda; pero no en los reales.

Al final de cuentas, voces multiplicadas de diputados quejándose sobre los procedimientos del dictamen de Presupuesto de Egresos 2011 confirmaban que, en esta época de México, la Cámara de San Lázaro ha sido virtualmente sometida por dirigencias de partidos que miran al contrapeso constitucional como una mera Oficialía de Partes del Ejecutivo Federal.