Viernes, 18 de Octubre 2024
México | Por Vicente Bello

Tren parlamentario

La disputa por el árbitro

Por: EL INFORMADOR

En la Cámara de Diputados, toda esta semana y la anterior, la Comisión de Gobernación se puso en posición de parir, virtualmente,  a los tres consejeros que al Instituto Federal Electoral (IFE) le faltan para completar el grupo de nueve que se ha estado conformando —mediante relevos escalonados— desde que sucedió el primer cambio, en 2007.

Los tres que habrán de elegírseles a más tardar en la sesión ordinaria del próximo miércoles,  surgirán de un grupo de 17 personas que respondieron a la convocatoria.  Y las hojas curriculares de todos éstos han tenido que pasar a revisión en la Comisión aquella, que preside, por cierto, el diputado federal panista Javier Corral Jurado.

No es un asunto nada menor elegir a quienes también fungirán como réferis en el proceso electoral de 2012.

En todos estos días, la Comisión de Gobernación hizo declaraciones en el sentido de que el proceso de selección está a la altura de las circunstancias políticas y sociales actuales en que inmerso está el país. Una nación que, como mínimo, exige árbitros electorales imparciales y practicantes con vocación de la honestidad intelectual y política.

Javier Corral ha reiterado desde el comienzo del desfile de participantes que los partidos políticos en nada han estado influyendo. Y que no influirán. Sin embargo, muy difícil ha sido creerle, a pesar de la credibilidad de que goza el legislador panista.

Justo en la fase final de la selección de los tres consejeros, el proceso ha pasado a manos de las dirigencias de los partidos políticos en San Lázaro.  Es la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados la que ahora se ha estado reuniendo para  decidir la tríada de nuevos consejeros, de aquel grupo de 17.

Hay, evidentemente, una gran contradicción entre lo que dicen y hacen los actores políticos que trabajan en la selección de marras.

La expectativa que hay en torno de los consejeros es mayúscula en el país, porque los antecedentes en esta historia del arbitraje electoral no han sido para nada faustos, venturosos, para la vida de la República.

En 2006, fue al IFE al que se le colocó contra las cuerdas, cuando arbitró lo que acaso ha sido la pelea por la Presidencia de la República más desgastante, pesarosa y complicada en la historia contemporánea. Incluso más que la de 2000. Y de los efectos de aquella batalla desigual y terriblemente mal arbitrada, sigue el país agobiado por sus efectos.

Quién no recuerda el agarrón que entonces se dieron el candidato que la izquierda ha tenido con mayores oportunidades reales de alcanzar el poder presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y el candidato del entonces Presidente Vicente Fox, Felipe Calderón Hinojosa.

Fox y Calderón utilizaron sin ambages a las instituciones, los recursos públicos y a los poderes fácticos para darle en la suya al Pejeman, un día sí y el otro también.

López Obrador intentaba recomponer sus líneas todos los días. Un fuerte golpeteo a los bajos estuvo recibiendo todos los días por el poder fáctico que mayores beneficios logró para la causa de Calderón, la televisora Televisa. Y a pesar de las cotidianas golpizas que le propinaban, estuvo a punto de quedarse con la Presidencia, a no ser por la intervención tremendamente polémica que tuvo el IFE.

El IFE desde entonces no se ha podido sacudir la versión de que fue un árbitro que cargó los dados en favor de Calderón. Y que fue ese instituto electoral el que, en realidad, le otorgó el triunfo a quien desde el primero de diciembre de 2006 ocupa la Presidencia, y quien, a su vez, no escapa todavía de quienes juran que se robó la Presidencia y de que, por tanto, es un usurpador.

Ahora el IFE se enfrenta a una situación compleja, porque la credibilidad de que gozaba en 2000 —cuando su presidente era José Woldenberg— se le escapó como agua entre los dedos. Simple y sencillamente no le creen. Y millones de mexicanos dan por descontado que sólo será un instrumento del partido político que más haya influido en la selección de sus consejeros.

El PRI es el partido que más influye en las decisiones neurálgicas que se han dado estos años en el Congreso de la Unión. Por supuesto, en esta que se tomará el miércoles, el priismo allí estará en la primera línea.

La noche del jueves, anteayer, era de tal tamaño la presión que la dirigencia priista aplicaba en el proceso de selección de los consejeros, que no sólo respingaron los petistas, pcedistas y perredistas. También hubo diputados del PRI de Oaxaca, Puebla y Veracruz que reclamaron airadamente a Francisco Rojas Gutiérrez, en una conferencia a las nueve de la noche, que no estuviera informando a la bancada sobre el proceso de selección.

Detrás de Rojas no está otro que el precandidato a la Presidencia que más momios tiene el PRI en la televisión: Enrique Peña Nieto. Si el PRI se sale con la suya —como anoche se prefiguraba—, de influir en la selección de dos de los tres consejeros en juego (el tercero sería para el PAN), entonces estaría conformándose en el IFE el otro frente de batalla que tendrán los candidatos de 2012 de la otra oposición.

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