Tren parlamentario

Era la manifestación más pura de la euforia, cuando, en la Cámara de Diputados, perredistas y panistas se ponían a opinar sobre los resultados de las alianzas que acaban de derribar tres bastiones históricos del PRI: Puebla, Sinaloa y Oaxaca.  Y, con prontitud, se han puesto a otear hacia el Estado de México, donde Enrique Peña Nieto, un día después, seguía lacerado por el silencio.

Pero más allá de los triunfos históricos de la inédita alianza panistas-perredistas, con musculatura de levantador de pesas; así era visto el PRI en los territorios del Congreso de la Unión. Sí, a pesar del derrumbe de Ulises Ruiz y de Mario Marín, en Oaxaca y Puebla, respectivamente.  

El silencio acaballaba a Peña Nieto. Y causaba una gran notoriedad, máxime cuando  Carlos Alberto Pérez Cuevas y José Guadalupe Acosta Naranjo –alfiles de la bancada del PAN y PRD, respectivamente–  se pusieron muy temprano a declarar que los resultados que han obtenido en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, con sus alianzas, podrían convertirse “en punta de lanza” para evaluar volver a juntar en 2011 en la elección del Estado de México.

En Xicoténcatl,  una imagen  erosionada de Enrique Peña Nieto iba y venía por el pasillerío, como  hojas de un árbol aupadas sobre el viento. Ciertamente el dinosaurio perdió la cola en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, pero  ni modo de no medirle la fuerza que demostró al regresar a Zacatecas, Aguascalientes y Tlaxcala.

El lunes, 5 de julio, la coincidencia de tirios y troyanos de que comenzó en los hechos la carrera por la Presidencia de la República,  se nutría con la incorporación en la línea del arrancadero, de la misma Beatriz Paredes, con sus nueve gubernaturas ganadas, adonde desde que comenzó el sexenio ahí han estado Manlio Fabio Beltrones y el gobernador del Estado de México.  

Mediodía. El alfil de Beatriz Paredes en San Lázaro, Jorge Carlos Ramírez Marín,  se encargaba de dejar dos cosas bien claras: de que el PRI está cohesionado y que los partidos, cuando se dividen, pierden.  

Lo primero lo dijo como respuesta a las nueve gubernaturas que han ganado. Y lo segundo, por lo de Sinaloa.  Una conjetura, sin embargo, abría Jorge Carlos ayer mismo: ¿El PRI se aglutinará en el Estado de México, en torno de Enrique Peña Nieto, o lo dejará solo?

No todos en el PRD se veían contentos. No, definitivamente, los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, que han tildado al perredismo de Jesús Ortega como “la prostituta barata del cuento”.

Tan luego se supo de la victoria contra el PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa,  fue el PAN el que, en voz de César Nava, se encaramó en la parte más alta de los resultados, dando el golpe mediático y psicológico en la población de que el panismo había sido el triunfador.  

Y así como en los ámbitos del PRI han comenzado a visualizarse tres precandidatos presidenciales posibles (Manlio, Beatriz y el enmudecido Peña Nieto), así en el PRD  han comenzado a mirar el resurgimiento de Manuel Camacho Solís, como un individuo que  ha enviado el mensaje este domingo –fue él uno de los inspiradores de las alianzas entre el PAN y PRD-  de que no ha quitado el dedo del renglón en su pretensión de ser un día candidato presidencial.

Lo novedoso del mensaje que, entre líneas, ha estado enviando Manuel Camacho, es que su aspiración viaja sobre la posibilidad de que el PRD de Jesús Ortega y el PAN se unieran en el 2012.  

Diputados federales afines al lopezobradorismo han salido al paso de la aspiración cantada de Manuel Camacho Solís: Andrés Manuel López Obrador  saldrá muy pronto a campaña, en los días por venir.

El senador del PAN Santiago Creel se insuflaba él mismo vientos de aspirante presidencial.  En Aguascalientes, veía al PRI en un “despeñadero”, esto, en alusión a lo que le acababa de suceder en Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Y en alusión a Enrique Peña Nieto,  que el domingo, ya tarde, seguía sin  demostrar lo que ha dicho que tiene: espolón.