Tren parlamentario

La sociedad mexicana tuvo ayer motivos de sobra para sentirse desolada y huérfana.  Sus representantes, los diputados, han sido acusados de haber claudicado ante el Ejército, al que no sólo no lo llaman a cuentas por los asesinatos reiterados en los retenes, sino que además insisten en justificarlo. Y de ello se encargaban panistas y un priista.

Ardelio Vargas Fosado, diputado federal del PRI, afirmó: “Son lamentables los hechos que han sucedido, que son los efectos colaterales (sic) de una lucha en contra del crimen organizado”.

El dicho de Ardelio escoció todavía más la animosidad confrontada de San Lázaro.  El asesinato por militares de un niño de cinco años y otro de nueve en Tamaulipas obligaba al pleno, entre pujidos del panismo, a emitir comentarios sobre la militarización del país. Concretamente, el priista Vargas Fosado se refería a la muerte de estos dos niños cuando juzgó que “son los efectos colaterales”…

Desde la curul, Gerardo Fernández Noroña lo alcanzó y le dijo: “Le exijo, de la manera más enérgica, que retire ese lenguaje miserable que agravia a la familia de los niños asesinados. No se puede hablar de daños colaterales cuando se está matando a niños inocentes en un retén militar. Me parece inaceptable su intervención”.
Ardelio preside la Comisión de Defensa Nacional, cuyo pleno, un día antes, el miércoles, había sostenido un encuentro con el general Guillermo Galván, en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Hacía unos minutos, Fernández Noroña había dicho también: “Acribillan frente a un retén militar a un gerente de maquiladora; matan a 10 niños, los narcotraficantes; el Ejército dispara contra un autobús y muere un pasajero en Guerrero; militares matan por error a una mujer embarazada; matan a otros tres (ciudadanos) en un reten de Chihuahua. Y el lunes pasado, asesinan en un retén de Tamaulipas a Martín Almazán Salazar de nueve años, y a Brian Almazán Salazar de cinco”.

Último tema del día.  El panismo en San Lázaro ha procurado desde hace semanas que los temas de la agenda política se agoten con rapidez. Ayer no era la excepción.  Y esto contribuía a que los ánimos se acaloraran todavía más. Al igual que el petista Noroña, la perredista Teresa Incháustegui reclamaba a los integrantes de la Comisión de Defensa que optaran mejor por ir a las instalaciones de la Sedena a conversar con el general secretario, en vez de obligarlo a que se apersone en San Lázaro.

Había trascendido que, en la reunión, el general Galván había planteado “ensanchar la base legal para que los uniformados puedan ingresar en domicilios sin orden judicial, apresar a personas, incluso antes de que cometan delitos, por el sólo hecho de ser sospechosos”, resellaba Incháustegui desde la tribuna.

El PAN habló en voz de Gregorio Hurtado Leijia: “”No comparto los conceptos que se han vertido en esta tribuna, porque actualmente nos encontramos en un proceso que pretende limpiar nuestras calles de las garras de la delincuencia”.

Se iba por el mismo camino donde se apareció el priista Ardelio. “Varias personas civiles”, dijo el panista, “lamentablemente han fallecido en este proceso, lo cual, desde luego, nos causa una profunda consternación”.