Sábado, 19 de Octubre 2024
México | Por Vicente Bello

Tren parlamentario

El Presidente en cautiverio

Por: EL INFORMADOR

Un día después, el Congreso de la Unión demostró que ante fuerzas gravitatorias como la de los Estados Unidos suele transfigurarse en un toro amorcillado. Exceptuando los posicionamientos flamígeros —cargados de adrenalina— de diputados y senadores del PT, Convergencia y PRD, ayer la mayoría conformada por el PAN y PRI decidió irse por lo planito y no mirar hacia el acantilado donde los de la izquierda han visualizado incluso al Presidente de México en cautiverio, secuestrado, como lo estuvo Fernando VII en 1808.

En cambio, para estos dos partidos políticos, que ya se ven disputando la Presidencia de la República en 2012, las preguntas pasaron de largo en sus posicionamientos, optando mejor por la lisonja:

“Reconocemos la actitud autocrítica que tuvo la parte norteamericana. Y le damos la bienvenida sobre todo a la postura de colaboración y de trabajar en acciones conjuntas”, decía el senador priista Eloy Cantú Segovia, en la tribuna de Xiocoténcatl, algo muy parecido a lo que ya había dicho Manlio Fabio Beltrones en el Senado.

En la Cámara alta, la panista Adriana González Carrillo aseguraba no ser triunfalista, pero hablaba de confianza entre los dos países y del reconocimiento gringo a su incontrolable consumo y venta de armas. Y urgía incluso a que aquel país se meta con en el asunto, aun con tecnología que abata el contrabando de armas en la frontera.

En el Senado, adonde se esperaba un debate a profundidad por su condición de institución legislativa facultada de revisar la política exterior mexicana, sólo se aupaban sobre el tema como lo hacen en los actos obligados y protocolarios. En San Lázaro, el posicionamiento político de los grupos parlamentarios se paseaba orondo, pero sin contundencia como institución.

Otra vez, en lo individual, algunos diputados se convirtieron en voces de ese sector profundo de la República que mira el paso de los gringos por la Ciudad de México no como el caminar de las hermanitas de la caridad que trataban de describir ayer panistas y priistas, sino como el vuelo raso de un ave de mal fario.
En San Lázaro, voces rugientes como las de Enrique Ibarra (PT, Jalisco) y Jesús Zambrano (PRD, DF) advertían que en realidad Estados Unidos ha venido por el control a costa del debilitamiento de la soberanía mexicana. “¿Acaso el control fronterizo que se pretende establecer en nuestra frontera con Estados Unidos va a ser la “iraquización”, o qué es lo que envuelve estas palabras de un individuo del calibre de McCafrey?”, preguntaba Zambrano, en alusión a lo que había dicho McCafrey: que la lucha contra el narcotráfico en México es mucho más peligrosa que en Iraq o Afganistán…

El jalisciense Ibarra Pedroza: “Una militarización trasnacional, como se pretende, tendría consecuencias trágicas para nuestra ciudadanía, para el Estado de derecho y para la debilitada institucionalidad de nuestro país”.

Fue Zambrano quien al argumentar provocaba silencios. “El mensaje verdadero está en el calibre de los funcionarios del más alto nivel de la seguridad nacional de Estados Unidos, porque ellos sólo acuden a países o zonas que representan una amenaza real para los intereses de ellos. Y además, lo que se ofreció como resultado de la propia reunión son sólo generalidades envueltas en un manto de sospecha. Sospechas de hasta dónde se pudo, y ojalá no haya sido así, ceder parte de nuestra soberanía”.

En el Senado, el perredista Tomás Torres urgía al Senado a tener “un papel relevante”. Más allá de un debate protocolario, como el que se fabricaban panistas y priistas a esa hora del día.

En San Lázaro, la cortedad declarativa de panistas y priistas contrastaba con el posicionamiento tórrido de diputados como Porfrio Muñoz Ledo, quien decía: “Vivimos un momento grave en la historia nacional. No debe haber lugar para banalizaciones ni hacerlo piedra efímera de escándalo. La misión de alto nivel cuya visita acaba de concluir en México ha suscitado justificados temores entre los mexicanos. Algunos sienten los ecos dramáticos de 1847; otros, más bien rememoramos los de 1808: el cautiverio de Fernando VII, el rey secuestrado, a cuyo nombre se inició la Independencia de México”.

Porfirio aludía sin duda el rostro duro, cetrino, de Felipe Calderón cuando saludaba a una sonriente Hillary Clinton, teniendo como trasfondo a la bandera mexicana flanqueada por el secretario de la Defensa estadounidense, Robert Gates, y por Janet Napolitano, secretaria de Seguridad del Interior de los Estados Unidos de Norteamérica.

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