Sábado, 19 de Octubre 2024
México | Por Vicente Bello

Tren Parlamentario

Umbral

Por: EL INFORMADOR

Este lunes y martes, en Xicoténcatl, sede del Senado de la República, serán abiertas siete mesas de análisis y discusión para la reforma del Estado. Será, sin duda, una fiesta de la palabra. Gente especializada intentará desmontar las piezas principales del sistema político mexicano, y replantearlas. Pero una pregunta que en el principio está, seguramente prevalecerá hasta el final: ¿cuánto de lo que ahí se diga tomarán en cuenta quienes tienen el control político del Congreso de la Unión?

He aquí los temas del foro, de los cuales ayer precisó el Senado: Las candidaturas independientes; segunda vuelta en elección presidencial; revocación de mandato; umbral de votación para registro de partidos; acceso a curules y escaños plurinominales, y el referéndum. La reelección inmediata en el Congreso de la Unión y sus modos de acceso y número de integrantes; ratificación del gabinete presidencial por el Congreso de la Unión; la iniciativa preferente; el derecho de iniciativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; la iniciativa popular; veto presidencial y la reconducción presupuestal; reelección de presidentes municipales y el federalismo.

Una mesa, la sexta por cierto, estará ex profeso encargada de estudiar experiencias internacionales sobre la cooperación entre poderes en gobiernos divididos. Se trata, ni más ni menos, de las alianzas o coaliciones –ese tema tan llevado y traído estos días por tirios y troyanos cuando de Oaxaca e Hidalgo se ha hablado--, no sólo en el lapso electoral, sino también cuando ya se es Gobierno.

Como se ve, el foro estará bajo una atmósfera electrizada. Por los temas mismos, y por los tiempos electorales, que han irrumpido en la vida del país.

Los analistas, nacionales y extranjeros, versarán sus participaciones en torno de un viejo sentimiento del mundo: que los sistemas políticos sean realineados de tal modo que haya equilibrio en el poder. México, en este tema específico, desde hace un buen rato que semeja a los barcos que hacen agua.
Los poderes públicos en México se distinguieron en el mundo por su total desequilibrio. El Ejecutivo federal sigue siendo preeminente no sólo en la práctica, sino en la letra de la Constitución General. “Supremo Poder Ejecutivo”, todavía así se le refiere en la Carta Magna.

Basta ejemplificar con lo siguiente: el Presidente de la República puede vetar leyes en la práctica, incluso cuando el veto, como tal, no figura en el sistema jurídico. El Poder Legislativo comparte, aunque no quiera, sus facultades legislativas con el Presidente de la República. La función de control político del Congreso hace agua por todas partes: se le va vivo el Ejecutivo en casi todo, lo que en México sin duda ha insuflado el fenómeno de la corrupción y la impunidad.

El sistema priista no era otra cosa que un desequilibrio muy pronunciado del sistema jurídico en favor del Presidente de la República, y, por consiguiente, en favor de poderes fácticos que iban como rémoras del Ejecutivo.

Es algo, sin embargo, que no ha sido corregido. Y los regímenes panistas, que datan desde 2000, se han servido de ese sistema, a veces incluso de la manera más ruin. Reciclaron el sistema presidencialista priista de tal manera que hay inobjetables muestras de que el país es conducido por el actual ocupante de Los Pinos, Felipe Calderón, hacia el territorio del autoritarismo.

Tan ambiciosos se manifestaron que es evidente que superaron con creces las peores formas políticas y de Gobierno de los priistas. Este viernes, por cierto, los generales del PRI, en su reunión parlamentaria que sostuvieron hasta ayer en Boca del Río, Veracruz, se dieron el lujo de decir que el PAN y sus dos gobiernos (el de Vicente Fox y el actual) sólo fueron una “quimera” que engañó con sus promesas a los mexicanos. Será muy observable lo que de ahí pretendan considerar solamente quienes que controlan el Congreso. No muchos, por cierto: Manlio Fabio Beltrones, Gustavo Madero, Francisco Rojas, Josefina Vázquez… y párele de contar.

El PRI y el PAN dieron ya muestras fehacientes al país de que procurarán no incursionar más allá de donde no les convenga. Hablarán del equilibrio de los poderes como una máxima a seguir en esto que darán en llamar reforma política del Estado, pero en la realidad apenas si rozarán el tema a la hora de la reconstrucción de las leyes. Pero habrá avances, sin duda. Veremos muy pronto hasta dónde decidirán que les conviene llegar en ese tránsito azaroso de México hacia la democracia.

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