Sábado, 19 de Octubre 2024
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Tren Parlamentario

Cambiaron las circunstancias: PRI

Por: EL INFORMADOR

Parado siempre sobre el estribo de la indiferencia, Ernesto Cordero, secretario de Hacienda, fue anoche

a San Lázaro a responder lo que quiso. Y a guardar silencio ante argumentaciones como la que le restregó el senador del PRI Francisco Labastida Ochoa: “Afectaron (con el incumplimiento de la palabra presidencial) un valor fundamental: el clima de confianza”. Y le volvía a remachar: “En lugar de entrar a un diálogo vino el golpe de ocho centavos. ¿Qué trabajo les costaba dialogar y encontrar fórmulas conjuntas de solución?”

22.15 de la noche. Labastida era el último orador. En nombre del PRI, el candidato presidencial priista en el 2000, ahora senador, miró a Ernesto Cordero y lo centró: “Por supuesto que cambiaron las circunstancias; el mundo nos cambió. Hay que replantearnos las cosas”.

El prominente senador priista se refería a los efectos positivos que para México tendrá el excedente petrolero derivado de los 16 dólares el barril de petróleo mexicano por encima de lo presupuestado en octubre, “lo que dará”, dijo, “ a la Secretaría de Hacienda unos 130 mil millones de pesos de más”.

Y asegundaba Labastida, quien también es el presidente de la Comisión de Energía del Senado: “Los ingresos serán superiores a los que dijimos que serían (durante la revisión de los presupuestos de 2010 en octubre pasado)”.

Y entonces el senador clavaba la pica en el morro del secretario de Hacienda: “Una medida que podrían tomar es que detuvieran las alzas de los futuros incrementos de los ocho centavos adicionales cada mes. Otra medida, que revisen el ajuste fiscal que hicimos en octubre; que hagan un mayor programa de inversiones; un programa de empleo”.

Y les advertía entonces: “Estamos dispuestos a un diálogo abierto; no pueden al final de cuentas, señor secretario, poner por delante del país a las finanzas del gobierno federal”.

Comparecencia de tres horas. Junto a Cordero estaba Juan José Suárez Coppel, titular de Pemex. Pero las preguntas eran para el primero, en su mayoría.

Desde que llegó –seis y media de la tarde—, Ernesto Cordero había virtualmente jurado que el objetivo de los deslizamientos de las gasolinas y el diesel en diciembre “no fue recaudatorio”.

Y una, dos, tres, más veces, Cordero decía que “no reanudar la política de deslizamiento de los precios de las gasolinas y el diesel en 2010 entonces se tendría que pagar un subsidio de 60 mil millones de pesos, equivalente al presupuesto al Programa Oportunidades y tres veces el gasto de la UNAM… Pero además se trataba de desestimular el consumo de gasolinas como la Magna, que creció de enero a noviembre pasado 3%, a pesar de la crisis”.

Y remachaba el secretario de Hacienda: “Las distorsiones de precios generan incentivos perversos para incrementar desproporcionadamente el consumo de un producto no renovable y que además contamina el ambiente”.

Jueves 7. Enero de 2010. A partir de las seis de la tarde, en los territorios de la Cámara de Diputados se espeaba un feroz encontronazo entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Además de Cordero y Suárez, esperan a Georgina Kessel, de Energía, pero no llegó. Y el diálogo se convertía en “diálogo de sordos”, criticaba César Augusto Santiago, diputado del PRI. En un “monólogo”, fustigaba también un Ricardo Monreal que ayer volvía a distinguirse como el gran tribuno de la LXI Legislatura.

“Si no van a responder lo que se les pregunta”, tronaba César Augusto Santiago, diputado federal del PRI, “¿para qué entonces han venido aquí?”

Y los silencios como respuesta. Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex, había llegado agazapado en una voz de muy pocos decibeles, mortecina, gris. Y el hombre nuevo en Hacienda, Ernesto Cordero, tampoco levantaba la voz, pero el rictus de su rostro comunicaba un contundente fastidio.

Monreal barrió parejo: “Señores legisladores del PRI, PAN y PVEM: ya dejen de estar engañando al pueblo, culpándose mutuamente del alza de los precios; ya no chillen; no renieguen en público de lo que pactaron en privado; no se quieran lavar la cara. ¿Y preguntaba: “¿de qué sirven estas comparecencias de los funcionarios del Gobierno usurpador, si ya todo está definido en la cúpula?”.

Y era entonces cuando a Cordero le decía “achichincle” de la oligarquía; y a diputados como Roberto Gil, panista, les recomendaba no ser tan “barberos”, tan “lambiscones”.

Cejas levantadas, mirada al pupitre, comisuras marcadas. Ernesto Cordero dejó pasar literalmente todas las preguntas. Y escoció tanto su cinismo que el PRI advirtió que reclamarían directamente al Presidente Felipe Calderón. Nunca, el secretario, habló por ejemplo de los subejercicios, los excedentes petroleros y de los costos y gastos de la producción del petróleo y gasolinas.

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