Tiempo de canallas

El lenguaje y las cifras de la violencia son tales que perdemos dimensión, más de 15 mil muertos en un año son muchos, muchísimos. Pero esta semana queda claro que la violencia no termina en la frontera, que el lenguaje de odio se cobra víctimas al norte de México y que la zozobra se asoma como signo de la década.

Violencia entre delincuentes y violencia en la política. En Guerrero y en Arizona, diputados se debaten entre la vida y la muerte. Acá y allá los golpes, las balas sustituyen al diálogo. Es tiempo de canallas.

Dos presidentes que han encanecido en el cargo, el de México, Felipe Calderón; y el de Estados Unidos, Barack Obama, viven una semana en la que cabe preguntarse ¿hacia dónde? ¿Se va a poner peor antes de ponerse mejor? Obama, como escribió en su libro, tuvo la audacia de la esperanza, soñó en ser el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca y lo logró, pero ya en ella recibe los embates del discurso del odio.

Una facción extremista del Partido Republicano que lo derrotó en las elecciones intermedias reparte propaganda en contra de los demócratas, que incluye la poca afortunada imagen de una mira telescópica de rifle sobre los distritos en disputa. De la propaganda a la realidad, el gatillo se accionó y hay muertos y heridos en Arizona a manos de un simpatizante del “Tea party”, ese grupúsculo que describe a los inmigrantes mexicanos como una amenaza para el modo de vida americano.

Por eso afirmo, es tiempo de canallas porque las diferencias políticas se están dirimiendo a balazos y palazos. En Guerrero la semana empezó con tres decenas de cuerpos en Acapulco. Aquí y allá la política se enrojece.

¿Perderá Obama no sólo la esperanza sino la posibilidad de reelegirse si estos canallas se organizan para atacarlo? Le quedan igual que a Felipe Calderón, sólo 24 meses, 104 semanas de enfrentarse a enemigos visibles que no dudan en disparar en contra de quien se les enfrenta.

Es por ello que el Presidente Calderón, cuando se anuncian las impresionantes cifras de muertos, dice que tiene prisa, que va por más, que si han caído 19 de los 37 capos quiere al resto; si a la caída de ese puñado sabemos ya que los acompañaron 15 mil y pico ¿es que a los 18 que nos dice el Presidente que faltan, se sumarán otro tanto? ¡Es casi de a mil por cabecilla! ¿Será 19 mil el saldo en 2011?

Porque estos canallas viven y mueren a fuego cruzado, caen ellos sí, ya lo vimos, ya lo vemos en nuestras calles que no sólo quedan los cadáveres de ellos, de sus secuaces y sus adversarios, sino los cuerpos inertes de policías, soldados, civiles, periodistas, funcionarios electos o por elegir, muchos, muchos más han quedado en su camino. Triste apertura de un año, 2011, en el que la política se tiñe de sangre por los canallas.