Tiempo de México

Desde la Torre Caballito, en el atardecer de este lunes 20 de octubre de 2008, se ha asomado una luz que se acerca, vertiginosa, hacia el cruce de las calzadas Juárez y Paseo de la Reforma.

Sí; una luz brillante, que embalada viene, como un tren sin freno, al ahora; o sea a este martes 21; pero no sola, sino trayendo consigo el resquemor y la desconfianza. ¿Será acaso la luz del tren al que se habrían subido todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, cuando las comisiones ordinarias del Senado decidieron los dictámenes de las siete reformas petroleras?
¿Y si en los estribos no sólo vinieran todos los del consenso? ¿Y si por allí se han encaramado también los duendes, esos personajes que suelen cambiar una coma, una conjunción, un artículo, un verbo, haciendo con ello cambiar en las leyes más de una vez interpretaciones del modo más radicalmente opuesto?
No sería la primera vez que un duendecillo (llamado así del modo más figurado posible a la mala leche, a la trapacería, a las mañas, a la transfiguración de los poderes fácticos sueltos que gravitan y se materializan en el Congreso a través de manos de capturistas a la hora de imprimir nuevas redacciones) cambiara el sentido interpretativo de un texto que recién se le forjó.

Casi el anochecer. El sol, en su retirada, rozaba apenas los pisos altos de la Torre Caballito y la cúpula, verdosa por el tiempo, del Monumento a la Revolución. Entonces las Comisiones de Energía y de Asuntos Legislativos del Senado daban por concluida esa fase que les correspondía del proceso legislativo de las siete reformas petroleras.

Después de ocho horas continuas, sumadas a las de las madrugadas y noches de los últimos días, estaban dando a conocer, lo mismo priistas que panistas —y, por supuesto, los perredistas— que no hubo absolutamente un solo cambio jurídico hacia la privatización. Y los avalaban voces del PRD como la de Carlos Navarrete. Aunque también otras voces perredistas hicieron escuchar con gran estruendo su auto silenciamiento declarativo, como la de Pablo Gómez Álvarez.

Este lunes las comisiones de marras aprobaron las tres reformas más controvertidas: la Ley Reglamentaria del Artículo 27 constitucional, la Ley de Energías Renovables y para el Financiamiento de la Transición Energética, y la Ley de Petróleos Mexicanos (antes conocida como Ley Orgánica de Pemex).
En una primera mirada, al parecer PRI, PAN y PVEM —la tríada aquélla que tango pugnó por la privatización de Pemex estos últimos meses, a contrapelo, si fuera necesario, de la Constitución General de la República— han reculado optando por secundar la propuesta de reforma petrolera que les estuvo restregando desde siempre aquel ya líder histórico Andrés Manuel López Obrador.

Pero qué difícil es creerle a partidos que han asegurado que es blanco cuando en realidad tienen el negro. El PRD, PT y Convergencia desde temprano en las dos cámaras pintaron su raya: si bien es un “gran triunfo de la izquierda mexicana”, no es tampoco para “echar las campanas al vuelo”, decía Alejandro Sánchez, diputado federal, contrastante en su desconfianza con el optimismo a ultranza que enarbolaba el senador Graco Ramírez, también perredista.
Desde el domingo, sobre las comisiones legislativas aquéllas —que por números dominan sin duda priistas y panistas— estuvo bamboleándose el anuncio de la movilización a la que convocó López Obrador para en caso de que priistas y panistas, yéndose por la libre, optaran por meterle goles en el último minuto al conjunto de los siete dictámenes.

Entendiéndose por goles a los cambios a los dictámenes cuando estén discutiéndose éstos por el Pleno, durante su discusión y votación final, calculada para hoy al atardecer en el recinto grande de Xicoténcatl.

El domingo , ante el Monumento a la Revolución, los lopezobradoristas realizaron una asamblea. Ayer, otra, en el Hemiciclo a Juárez. Hoy, la tercera, de vuelta en el Monumento a la Revolución.

Este día martes, con miles de hombres y mujeres manifestándose en espera de la votación final de los dictámenes en Xicoténcatl (cuando concluya allí, el proceso legislativo seguirá en San Lázaro, aunque es de prever que bajo los mismos derroteros, de ahí la importancia capital de lo que suceda esta tarde en el Senado), el tiempo de México se parará un instante cuando la votación; justo allí, en Xicoténcatl, muy cerca del Monumento a la Revolución.