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Temor y lucro
Faltan dos años y nueve meses exactamente, para que se cumplan las profecías mayas y poco menos de hechos concurrentes que de alguna forma preocupan, ocasionan temor y definen lucros.
El 21 de diciembre de 2012, se dice, ocurrirán hechos catastróficos inéditos en el mundo. Para entonces ya estará definida la sucesión presidencial en México y Estados Unidos (esta última con posibilidad de reelección), que desde ahora predisponen actividades de orden electoral entre los partidos políticos y sociedad. El temor abulta los objetivos y vulnerabilidad con frivolidad y extravagancia.
Ya existe el temor y con él, paradójicamente la oportunidad. Si todo cambiará drásticamente, para qué preocuparnos y a cambio aprovechar la oportunidad de bienestar que aún tengamos; filosofía congruente con el pensamiento de gran parte de la población en los países subdesarrollados, terreno fértil para los mitos con desenlaces trágicos.
Apocalipsis y mercadotecnia no ajenos a las finanzas tienen testimonio siniestro en Chile y Haití, donde aparecieron efectos de la llamada alineación galáctica, sin que ciencia y tecnología encuentren respuesta a la incógnita. Mientras tanto las muertes de extranjeros en Ciudad Juárez y otras poblaciones de México enfrentan la contundencia de claros designios. Esto es real y eventualmente temible, cuando el presidente Obama se indigna y reclama garantías para sus connacionales residentes en el extranjero.
Es un hecho: los eventos dejan temor y enfrentamos un mundo diferente con el lucro proyectado en muchos acontecimientos políticos y económicos. Si se cumplen las predicciones, serán vanos los esfuerzos científicos, y si no, el lucro seguirá su curso.
El que hacer debe continuar dejando a un lado procedimientos retardatarios de nefasta herencia y nulo provecho, principalmente para la población. Esta ahora y aquí tiene perspectivas de vida y democracia, esperando el encuentro con la vocación certera de país en camino a la prosperidad donde, adicionalmente, se cumplen 200 años de anhelos incumplidos.
Dios nos guarde de la discordia.
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