Martes, 26 de Noviembre 2024
México | HISTORIAS DE REPORTERO POR CARLOS LORET DE MOLA A.

Telebasura

La televisión en todo el planeta, incluso la pública, ha caminado hacia formatos más atractivos para la audiencia

Por: EL INFORMADOR

Carlos Loret de Mola A.  /

Carlos Loret de Mola A. /

El respetado Discovery Channel está en su Semana Especial de Tiburones, con los programas Mordidas de Tiburones, Rebelión de Tiburones y El Devorador de Hombres —un escualo, sobra precisar—, que robaron reflector a Mujeres Asesinas Famosas (“pon a prueba tus conocimientos sobre las mujeres asesinas más famosas”, invita una bella joven, pelo corto negro, puñal en mano, bañado su pecho en sangre).

En el aplaudido Animal Planet usted puede sintonizar “Atracción Fatal. Mascotas exóticas que atacan a sus dueños”. El prestigiado History Channel presume “Monsterquest. Conoce las criaturas que nos han generado terror durante generaciones” y “Archivos Extraterrestres. Algo te vislumbra desde arriba”.

Sin contar al refinado Biography Channel con “Famosos y fantasmas. Los famosos dan testimonio de sus experiencias de ultratumba” o “Escuadrón Paranormal. Un grupo muy especial de policías que investigan cosas paranormales”.

Y hace unos días, la multilaureada BBC nos regaló una muestra de racismo en Top Gear, donde se estereotipó al mexicano como flojo, obeso y flatulento. Más allá de sentirse agraviado por el comentario y la reticencia a ofrecer una disculpa al aire de una de las cadenas televisivas de mayor prestigio mundial, este reportero —más vale tarde que nunca— se anima a una reflexión sobre otros estereotipos: los de quienes admiran a las televisoras extranjeras al grado que se les llena la boca al pronunciar sus nombres y las ponen de ejemplo a la menor provocación.

La televisión en todo el planeta, incluso la pública, ha caminado hacia formatos más atractivos para la audiencia, bajo la premisa de que el contenido de calidad no está peleado con el entretenimiento.

En ese recorrido, cadenas de renombre siguen produciendo sus programas emblemáticos, han manufacturado nuevas emisiones excepcionales en donde se combina el fondo de antes con las formas de ahora y también generan telebasura que simplemente explota el morbo del espectador. Pasa pues, diríamos los mexicanos, hasta en las mejores familias.

Sin ir más lejos, la televisión pública mexicana, marcadamente el Canal 11, tiene como dos facetas: en los horarios en donde se ve menos la televisión siguen los programas de toda la vida en el tono de siempre, y en las franjas de mayor audiencia (triple A) se exhibe entretenimiento, incluso con un lenguaje visual y hablado inusual en la televisión abierta que, si la Secretaría de Gobernación está cumpliendo con la tediosa labor a la que le obliga la ley, le tendría que estar valiendo un tomo de multas cada semana.

Este reportero favorece la autorregulación por encima de la censura, la crítica del público más que el manotazo del poder, la dignidad propia que sabe mejor que la pena ajena.

Quienes trabajamos en la televisión mexicana, por mínima que sea nuestra contribución, tenemos mucho que mejorar. Quizá uno de los puntos de partida sea darles las gracias a los fantasmas creados por las “buenas conciencias” y despedir a los estereotipos.

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