Lunes, 21 de Octubre 2024
México | Por Vicente BELLO

TREN PARLAMENTARIO

La nueva vía, el túnel y el principio

Por: EL INFORMADOR

MÉXICO.- Con el giro de timón que completó ayer la Cámara de Diputados en materia energética, el país fue encarrilado sobre una vía a la entrada de un gran túnel, por donde a lo lejos se observa una luz.

PAN, PRI, el perredismo de Jesús Ortega y el PVEM --los que empujaron aprobando la reforma energética tal y como la había enviado el Senado-- juran que es una luz brillante, que iluminará y enriquecerá el futuro de México. Pero el PRD afín a Andrés Manuel López Obrador, así como el PT, el PC y el priista Alfredo Ríos Camarena, han afirmado, en cambio, que en realidad es el fanal de las empresas petroleras transnacionales, que como locomotoras, ya comenzarán a pitar expoliando el territorio nacional.

Un cinturón de vallas metálicas y retenes de cientos de policías y soldados; un sitio impuesto a San Lázaro por una movilización de miles de ciudadanos, de sol a sol; una toma de tribuna que al final no funcionó, y la alianza PRI-PAN transfigurada en implacable aplanadora a la hora de votar, han sido el prólogo de un nuevo libro sobre la vida de la República que ayer se comenzó a escribir.

Y es que este martes 28 de octubre de 2008, en cinco horas y media la Cámara de Diputados terminó de hilvanar el proceso legislativo más trascendente e importante para el país en los últimos 69 años; desde la expropiación misma del petróleo.

Andrés Manuel López Obrador, dentro y fuera de San Lázaro; policías y soldados en escaramuzas con la movilización, en dos retenes.
El único diputado del PRI que se metió a compartir los argumentos del Movimiento en Defensa del Petróleo, Alfredo Ríos Camarena, sentenció: “quiero decirles que el camino es largo; que las cosas indebidas que se hacen y se seguirán haciendo no están en el marco legislativo, sino en la ejecución de las cosas”. Y apostilló: “No hay duda de que hay mucho que recomponer”.

Callaba el pleno. Ríos Camarena lanzó al inicio y al final dardos a la conciencia de sus correligionarios priistas; pero tan dormidas las traen; tan hechas piedra, que a ninguna logró despertar. “¿Cuántas corrupciones hemos encontrado en Pemex, y seguiremos viendo?”, saeteó Ríos inútilmente.

Inútilmente porque, exceptuándolo, no hubo un solo priista que le hiciera caso. Y todos votaron, hombro con hombro, con el Partido Acción Nacional.
Ríos Camarena y una treintena de oradores lopezobradoristas habían insistido en recomponer las minutas que había enviado el Senado porque el Congreso de la Unión, en su papel de contrapeso, ha sido el gran perdedor; porque dejaron abierta la puerta para que la Secretaría de Hacienda interprete a su gusto, con total impunidad, estas leyes secundarias recién aprobadas cuando elabore los reglamentos. Porque, finalmente, dejaron abierta la puerta a las petroleras transnacionales para explorar y explotar en pedazos kilométricos y mar y tierra, en exclusiva, exactamente igual que como permitió Felipe Calderón desde que fue el secretario de Energía. Porque esta reforma en realidad es la convalidación de la impunidad, la corrupción y la codicia.

10:55. En silencio, unos tras otros, cruzaron la media luna, subieron la escalinata, se distribuyeron a lo largo de los asientos más altos del pódium. Abajo, en el curulerío, priistas y panistas conversaban en corrillos; boquiabiertos unos; por celular otros, las miradas súbitamente se fueron hacia el pódium. Y cuando regresaron del estupor supieron entonces que la tribuna, otra vez, había sido tomada. La asamblea ni siquiera había comenzado.

El pódium desde donde se gobierna a la asamblea tiene tres pisos: en lo más alto, están las curules y mesas de presidente y vicepresidentes; en la de enmedio, están las curules de secretarios, que flanquean a la tribuna, adonde van y vienen los oradores. Los perredistas no pudieron ocupar --por su número reducido-- este piso intermedio, y rápidamente panistas y priistas lo hicieron. Por eso fue que Duarte pudo dirigirse al pleno desde la tribuna.
El tercer nivel es la media luna, ese espacio que separa el pódium y el curulerío. Fue ahí adonde Duarte hizo bajar al águila y la campana, y desde donde finalmente presidió la asamblea.

Hacía 40 minutos, Andrés Manuel López Obrador había salido por la puerta que da al sur. Recepción apoteósica; de presidente. Gente de a pie de los grupos parlamentarios del PRD, PT y Convergencia --detrás de vallas y soldados vestidos de civil-- le gritaban a su paso: “eres nuestro presidente”… “No estás solo”… Muy a pesar de quienes lo recibieron. En su oratoria, López Obrador abrió un nuevo frente: la economía. Y, en el tema petrolero, a los diputados dijo, citando a Lázaro Cárdenas: “Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a empresas extranjeras, traiciona a la patria”. Y les restregaba: “Se convertirán en cómplices” si avalan la contratación por bloques del territorio nacional.

10:57. Emilio Gamboa del estupor se fue al enojo. Endureció la mandíbula, enfrío la mirada y se fue, en declaraciones a los reporteros que casi lo inmovilizaban en una curul, contra los cuarenta y tantos diputados que acababan de poner un jaque a la incipiente asamblea. Dictó una orden: Todo el PRI a la ‘pecera’. Y la ‘pecera’ no es más que el auditorio priista forrado con paredes de cristal, que tienen al pie de las oficinas de la coordinación priista. Reporteros en la LVIII legislatura, cuando Elba Esther Gordillo ordenó su construcción, lo apodaron así porque en él “sólo hay puros peces gordos”. Pero otro apodo rivaliza con el anterior: “el serpentario”.

De ese pasillo central apretadísimo, una voz barbotó: “Vamos a bajarlos a madrazos”. ¿Quién dijo eso? Más de cinco reporteros voltearon, para saber. Un diputado, presuroso, se escabullía pasillo abajo: el pvemista Manuel Portilla.

Emilio Gamboa seguía atrapado por esa vorágine de preguntas: “Vamos a sesionar; que no les quepa la menor duda”, decía.
10:59. César Duarte venía hacia Emilio. Hacía dos minutos había intentado sentarse en su curul de presidente; pero las hileras apretadas de esa porción de perredistas se lo impedían. Entonces Gamboa levantó la voz, y exigió: “Les pido que se vayan a sus palcos”.

Duarte ocupó una curul; hacia él fue Gamboa; a su izquierda, Héctor ya se había sentado. No. Definitivamente no le estaban gustando las docenas de grabadoras y cámaras. Los tres entonces acercaron sus caras, y se susurraban al oído. Parecían jugadores de futbol americano con el quaterback, a medio campo, en la fabricación de la jugada. Pero no, definitivamente no les estaban gustando tantos periodistas allí. Larios mascó la frase: “vuelvan a sus lugares, muchachos”. Duarte también: “Les pido vayan al área asignada para su trabajo”. Y Gamboa, denodadamente a sus ujieres de prensa: “Toda la prensa sale”… Ahora Emilio a otra vez a las docenas de reporteros: “Les pedimos que se vayan a sus palcos”. Larios machacó: “Vayan a su lugar”. Y nadie que salía.
Desnudaban los tres, ante todos los periodistas, su muy poca costumbre de conversar con testigos de por medio. De repente se pusieron de pie; Duarte regresó a la media luna, se dirigió a la tribuna y convocó ahí entonces a los coordinadores de las bancadas a que se apersonaran en el salón adjunto de protocolo. 11:14. Duarte, desde ahí mismo, machacó a los periodistas otra vez: “Invitamos a los señores reporteros regresen a su palco”…

11:19. Los coordinadores, en el salón adjunto de protocolo, discutían si trasladaban la asamblea fuera de San Lázaro; hacía dos horas habían hecho mención del Centro de Exposiciones Banamex; un auditorio lejísimo. Por avenida del Conscripto. Gamboa fintaba, al parecer: un ujier suyo soltaba cerca del palco de prensa: que preparen su auto. En la tribuna, los inconformes desplegaron la primera gran manta; por cierto, la de la falta de ortografía: “exclusiva” la escribieron con c.
Layda Sansores, megáfono en ristre, desde el pódium, toreaba a panistas y priistas: “tenemos ahí los camiones; nosotros iremos también”. Aludía Sansores a la posibilidad de cambio de sede.
11:31. César Duarte apareció en la tribuna. Abría la sesión, entre aplausos. A lo largo del pasillo que separa el palco de prensa con el curulerío, una hilera de guardias se apostó y otros se colocaron dentro del palco. Héctor Larios –según ellos mismos- lo había ordenado, para evitar que los reporteros saltaran al recinto, en caso dado.
A matacaballo, la Cámara de Diputados iniciaba a las 11 y 36 la convalidación de que empresas petroleras de otros países puedan comprar –con fines de exploración y explotación de petróleo mexicano, en un futuro próximo-, porciones del Golfo de México y de zonas petroleras nacionales en el macizo continental.
Seis meses y seis días después de que al Senado llegaran las iniciativas en materia petrolera del Ejecutivo Federal, la mayoría de San Lázaro conformada por priistas, panistas, pvemistas, aliancistas y la fracción del PRD identificada con Jesús Ortega refrendó en cinco horas y media (17:06) lo que el Senado les envió el jueves pasado.
Casi es el final del proceso legislativo de la reforma petrolera (sólo falta que el presidente Felipe Calderón la publique en el Diario Oficial de la Federación). Pero afuera, con soldados y policías de por medio, Andrés Manuel López Obrador decía a sus seguidores y al país que en realidad esto apenas es el principio.

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