Sábado, 23 de Noviembre 2024
México | EL SONIDO Y LA FURIA POR MARTÍN CASILLAS DE ALBA

Superar los defectos

Es de admirar a esos hombres y mujeres que han podido superar sus defectos, y por eso disfrutamos tanto y a veces nos llegamos a emocionar cuando tenemos la oportunidad de ver uno de esos casos

Por: EL INFORMADOR

Martín Casillas de Alba.  /

Martín Casillas de Alba. /

Es de admirar a esos hombres y mujeres que han podido superar sus defectos, y por eso disfrutamos tanto y a veces nos llegamos a emocionar cuando tenemos la oportunidad de ver uno de esos casos, pues se renueva nuestra esperanza de ser como ellos y superar nuestros defectos, por aquello de que nadie es perfecto.

Éste es el caso que ahora podemos ver en la pantalla grande con esos resultados: se trata de la vida de Jorge VI, rey de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y último emperador de la India, quien era el segundo de los hijos varones de Jorge V a quien le seguimos la pista en El discurso del rey, una película que seguramente mañana domingo se va a llevar uno que otro Oscar.

Por un lado tiene una magnífica ambientación, como esas que saben hacer los ingleses en sus obras históricas.

Luego, tiene un reparto de primera con Colin Firth, como “Bertie”, el Jorge VI tartamudo que logra superar sus defectos con la ayuda de su esposa, Helena Bonham-Carter, ahora como la reina Isabel, después más conocida como la “reina Madre”, por ser la ídem de quien sería la reina Isabel II, a partir de 1952, cuando su padre muere de cáncer en el pulmón.

Geoffrey Rush es Lionel Logue el terapeuta, ese especie de Demóstenes del siglo XX que acaba con la tartamudez del rey a través de una terapia sui generis —media freudiana la condenada— para que finalmente el rey asumiera bien el poder que tenía y pudiera dar sus discursos para inspirar y motivar a sus súbditos y a las tropas que salieron a defender su país de los nazis.

La mosca en la sopa fue un fallido Churchill (Timothy Spall) pero, bueno, quedamos que nadie es perfecto.

A Jorge VI le toca bailar con la fea, como fue la Segunda Guerra Mundial, pero más que el baile horrendo en sí mismo, lo que nos ofrece Tom Hooper, el director de esta obra, basado en el guión de David Seidler, es el contraste entre la debilidad de Jorge VI y las cualidades de oratoria, si podemos llamarles de esa manera, para convencer a las masas de uno de los demonios del averno llamado Hitler, el enemigo mortal que lo vemos por un momento en uno de esos documentales, dar su discurso frente a las masas que, como un mar de soldados, serían convencidos de que su vida era para dominar y controlar al mundo entero, discursos como los que hacía en la plaza de Nuremberg y que se escuchaban por encima del ruido de las olas, mientras que el rey inglés no podía ni con su alma, hasta que, al final, nos quedamos más que satisfechos.

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