''Sólo la esperanza nos hará libres''

Los poetas, los que lo son aunque escriban en prosa, sirven para resistir. Para servir a la verdad. Para saber mirar. Para decir y vivir con gracia. Para plantarse ante las tormentas de Dios, como decía Hölderlin, o las propiciadas por los humanos. Ernesto Sábato vivió casi 100 años, y su obra La resistencia, de la que tomo el título para esta columna, está escrita con la sabiduría y dignidad de quien presidió la Comisión de la Verdad en Argentina, cuyas conclusiones tras investigar los crímenes contra la Humanidad de las dictaduras militares entre 1976 y 1983 fueron publicadas en 1984. Sábato prologó “Nunca más”, el primer volumen del informe de esta Comisión, conocido también como “El informe Sábato”.

Otro grande, el chileno Gonzalo Rojas, falleció el 25 de abril pasado. En su poema Contra la muerte, citado ya por Juan Palomar (EL INFORMADOR, 30/IV/2011), se rebela y dice que no quiere ni puede ver morir a los hombres cada día. El afán del poeta no es la velocidad ni la prosperidad. “No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad / en mitad de la calle y hacia todos los vientos; / la verdad de estar vivo, únicamente vivo, / con los pies en la tierra / y el esqueleto libre en este mundo”. Es un saber estar, pero no de cualquier modo: Con un hambre que devora; “…el hambre de vivir como el Sol / en la gracia del aire / eternamente”.

Y como estrella enorme, en el firmamento de Cuba y del Continente, Fina García Marruz gana el Premio Reina Sofía en Poesía Iberoamericana. Autora de Visitaciones, Créditos a Charlot, y de una obra que merece mucha mayor divulgación, fue, con su esposo Cintio Vitier y su cuñado Eliseo Diego, a quienes sobrevive, parte de la revista Orígenes, fundada por Lezama Lima. Su voz es de una pureza que parecería no provenir del esfuerzo. Pero no es simple. Es capaz de explicar al mismo San Juan de la Cruz y hacerlo dar de sí, lo cual no es poca cosa. Ha sido tan discreta que posterga su obra para prolongar los textos de su marido.

Pero se sabrá más quién es ella, para ventura de sus lectores y lectoras. Cuando Eliseo Diego ganó el entonces llamado Premio Juan Rulfo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, leyó un texto cautivador: “Ese breve domingo de la forma”. Dijo entonces: “... la poesía, piadosa, no espera que vengan tiempos mejores para acompañar al hombre a través de todos sus tiempos en la Tierra. Si Roma, la constructora, la imperial ha caído, ¿qué quedará de lo frágil, lo amado, lo vulnerable? Se detiene en lo que significa una silla, un perro, unos zapatos viejos. Ya todo lo que escribe será oración por toda la familia del hombre, por todas las herramientas del hombre”. Fina está hecha de pura luz.