Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | CIUDAD ADENTRO POR LAURA CASTRO GOLARTE

Sindicatos

El Gobierno federal está concentrado en la lucha contra el crimen, que es importante, pero hay muchas otras cosas que lo son

Por: EL INFORMADOR

Laura Castro Golarte.  /

Laura Castro Golarte. /

En México, más de 75% del presupuesto del Gobierno federal se destina a gasto corriente, es decir, al pago de sueldos y prestaciones a unos tres millones de burócratas.

En cálculos conservadores se estima que en todo el país, incluyendo a los servidores públicos de ayuntamientos y entidades federativas, más los de las universidades públicas, el universo es cercano a cinco millones de personas que gozan de prestaciones muy superiores a las de cualquier mexicano que se desempeñe en una empresa privada.

Con la ventaja adicional de que, con base en los contratos colectivos de trabajo y sus “conquistas” sindicales, se jubilan 15 años antes que la generalidad, de manera que con el incremento en la esperanza de vida, entre todos los mexicanos que cumplimos con el fisco, pagamos sus pensiones durante más tiempo.

Las cantidades y las cifras son espeluznantes, además de que, en realidad, no podemos saber exactamente cuánto se destina a la burocracia o cuánto se va en su sostenimiento ni el monto de los costos por su ineficiencia.

Tampoco podemos saber cuánto reciben las cúpulas sindicales de Pemex, IMSS, ISSSTE, FTSE, SNTE y CFE, los sindicatos más grandes, vía cuotas sindicales porque resulta que es información ¡privada! según la segunda sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a pesar de que esas cuotas, que se les descuentan a los trabajadores quién sabe para qué, se cubren con recursos públicos.

El presupuesto destinado al pago de pensiones de burócratas en 2010 es superior a 306 mil 500 millones de pesos, cuando en 2004, hace apenas seis años, era de 117 mil millones de pesos.

La reforma laboral y la definición de límites a las cúpulas sindicales son dos asuntos pendientes que, equivocadamente, muchos creímos que a partir del cambio del año 2000 serían atendidos.

En las administraciones de Vicente Fox y de Felipe Calderón, ha privado la inacción con respecto a las mafias sindicales, seguro con la idea de que “lo arregle el que sigue”.

Esto no se puede demorar más. Por obra y gracia de las dirigencias sindicales de Pemex, SNTE, IMSS y anexos, la inversión pública se ha visto mermada de manera drástica, es decir, no hay presupuesto que alcance en la Federación, ni en los estados y mucho menos en los municipios; gracias a ellas también, propuestas rimbombantes como la Alianza por la Calidad Educativa, son, hoy por hoy, letra muerta.

Urge que esto cambie. El Gobierno federal está concentrado en la lucha contra el crimen, que es importante, pero hay muchas otras cosas que lo son.

La forma en que operan los sindicatos de empresas paraestatales es una; la ausencia de políticas públicas para los jóvenes y para aprovechar el bono demográfico es otra; la pobreza extrema, una más; las deficiencias en el sistema educativo, otra.

Ya basta de actitudes timoratas, convenencieras y comodinas, México y los mexicanos no lo merecemos.

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