México | El terrorismo representa, como implica la definición anterior, una acción que generalmente busca transformarse en presión pública Septiembre negro: por Rossana Fuentes Berain México ingresó a la nada honrosa lista de 67 países del mundo en los que se han realizado actos terroristas en la última década. Por: EL INFORMADOR 20 de septiembre de 2008 - 10:28 hs ¡Qué semanita! El domingo, el sistema financiero más grande del mundo entró en una crisis de pronóstico reservado, y el lunes México ingresó a la nada honrosa lista de 67 países del mundo en los que se han realizado actos terroristas en la última década. La definición de terrorismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), indica que es “un acto que se hace con la intención de causar muerte o daño físico serio a personas no involucradas activamente en un conflicto armado, con la intención de intimidar a una población o forzar a un gobierno o a una organización internacional a hacer o a abstenerse de hacer un acto”. Bajo este concepto, las granadas en la celebración del Día de la Independencia en Morelia, aunque no hayan sido un acto que grupo alguno se ha reivindicado hasta el momento de escribir estas líneas, clasifican como el primer atentado terrorista en México, en Michoacán, donde el Presidente Felipe Calderón inició su ofensiva contra los cárteles de la droga que buscan vulnerar la gobernabilidad democrática de nuestro país. El terrorismo representa, como implica la definición anterior, una acción que generalmente busca transformarse en presión pública sobre decisiones de gobierno. Es distinto a otras formas de violencia por parte de grupos no estatales, como serían los atentados guerrilleros del Ejército Popular Revolucionario (EPR) a instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex), o los intentos de derrocar a un gobierno con movilizaciones callejeras. En las experiencias internacionales del amplio grupo de países que han tenido que lidiar con el flagelo de actos terroristas, se registran cuatro formas principales que por separado, o en conjunto, permiten lidiar con el problema: — Disuasión: Usar la fuerza del Estado para elevar el costo de los ataques, haciendo blanco de acción punitiva a los líderes y sus bases sociales. — Persecución judicial: Abatir a los grupos terroristas a través de juicio, encarcelamiento y hasta extradición de sus miembros. — Prevención y defensa: Recabar información usando capacidades de espionaje que dificulta ataques sorpresa, la base misma del terrorismo. — Negociación: Donde los terroristas tienen amplio apoyo popular, el Estado puede y llega a hacer concesiones, a ceder en la mesa de negociación a cambio de compromisos de poner fin a la violencia contra población civil. El arribo a la vida nacional de este elemento terrorista llega por la vía de un Estado en el que ya antes habían asesinado a funcionarios públicos, como el procurador de Justicia del Estado durante el sexenio de Lázaro Cárdenas Batel, y en el que particularmente habría que revisar el sexenio anterior, el de Víctor Tinoco Rubí, para entender cómo y por qué un grupo que se hace llamar paradójicamente “La Familia” se enquistó en el Estado. El michoacano que gobierna hoy desde Los Pinos llegó a la Presidencia de la República con el conocimiento de lo que implica que los gobernadores como con el que contendió y perdió Tinoco Rubí, por omisión o por comisión dejan crecer al narcotráfico en sus estados bajo el pretexto de que los delitos contra la salud son de carácter federal. A los gobernadores de ayer y a los de hoy la historia los alcanzó. Quien piense que la presión social será sólo sobre el Presidente Calderón, se equivoca. A partir del atentado de Morelia, por si antes no les había quedado claro, las mezquindades partidistas, la ruindad política no tiene cabida. Que intenten explicarles a los familiares de los muertos en la verbena popular del 15 de septiembre sobre los niveles de gobierno, que le digan a la sociedad mexicana en su conjunto esos gobernadores que firmaron un compromiso de restablecer la seguridad en el país, que ellos no pueden hacer nada, a ver cómo les va en las próximas elecciones. Más allá de sus pequeñas carreras y sus ambiciones personales, está un Estado acosado, un país en que hace crisis en el peor momento posible una permisividad colectiva de décadas respecto a inaceptables niveles de impunidad. Nuestro socio comercial más importante se enfrenta a una tormenta económica que lo lleva a navegar por aguas tan turbulentas como desconocidas. La cooperación internacional, encarnada en los bancos centrales de otros países poderosos, entró al rescate para que no se desfondara el sistema financiero en su conjunto, pero eso sólo impidió un naufragio, la tierra firme está lejos. En sectores de enorme importancia para las exportaciones mexicanas, como el automotriz, la contracción ya está en dobles dígitos. Desde luego habrá que alistar los planes de contingencia, porque si la turbulencia económica del Norte anunciaba tiempos difíciles, la aparición de actos terroristas elevará el riesgo país de México. Un septiembre negro, negrísimo, una ocasión para cerrar filas y pensar que en este barco vamos todos, desde quienes ocupan camarotes de primera, hasta quienes van en el cuarto de máquinas. Dejar que se hunda no es opción, México no será un Estado fallido en la medida en la que todos rememos contra esta corriente. Lo hemos hecho antes. También esto pasará. ROSSANA FUENTES BERAIN / Profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara. Temas Política ONU Explosiones en Morelia Lee También ¿Cuánto recibirán de aguinaldo los diputados de CDMX? Esta es la historia de la Universidad Nacional Rosario Castellanos Por qué hoy 2 de diciembre es el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud Pide Trudeau diferenciar fronteras con México Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones