Sentonazo legislativo

Sólo atole con el dedo ha dado el Partido Acción Nacional (PAN) a los ciudadanos y organizaciones que promueven reformas a fondo a las leyes Federal de Radio y Televisión, y de Telecomunicaciones. De 2007 a la fecha, es la misma historia: primero, el entonces coordinador de los senadores panistas, Santiago Creel, aseguró que avalarían los tan necesarios cambios; después, su actual relevo, Gustavo Madero, dijo que ahora sí los aprobarían. Ninguno cumplió.

Con la presión del Gobierno federal, como se ha denunciado, el trabajo de años de numerosas agrupaciones y especialistas se vino abajo la semana pasada. La iniciativa de Ley de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales, en la que participaron panistas y perredistas, fue detenida. Acción Nacional se echó para atrás. Felipe Calderón, también.

El poder del duopolio televisivo y de los principales grupos radiofónicos es tal, que la propuesta de una reforma integral para los medios electrónicos, presentada el 8 de Abril pasado, en las cámaras de Diputados y Senadores, al mismo tiempo, se envió a la congeladora.

El sentonazo legislativo muestra nuevamente cómo México es un país con tres poderes legalmente constituidos, pero que son minimizados, controlados o hasta vilipendiados por otros poderes de facto; uno de ellos, el de los grandes empresarios dueños, sobre todo, de TV Azteca y Televisa.

A los legisladores federales, tan buenos para darse la gran vida y ni siquiera asistir a las sesiones plenarias buena parte de ellos y ellas, les preocupa más su carrera política. Y, de la mano, congraciarse con el duopolio televisivo, no tocarlo, no arriesgarse a criticarlo, no disminuirle su inmenso poder. Cientos de senadores y diputados nadan de a muertito, de ahí que la propuesta de reducir el número de curules para no dar empleo a tanto inútil y holgazán, deba retomarse.

Pero Acción Nacional no se fue solo en su criticable postura. Igual ha ocurrido con los gobiernos federales panistas que han cedido a los chantajes, presiones o están de acuerdo en mantener un México en el que la construcción de la democracia no pase por las televisoras. Democracia electoral, de urnas cada tres años, sí; democracia sustentada en información de calidad, pluralidad, participación social, que evite la concentración mediática, no.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), de igual manera, aliado tradicional de los consorcios televisivos, hizo vergonzoso papel con propuestas de parches legales. El tricolor, simplemente, se sumó al boicot.

Salvaron el honor los legisladores panistas, perredistas, petistas y priistas que sí se han sumado a promover una nueva ley de medios. Pero éstos, por desgracia, son los menos.