Martes, 26 de Noviembre 2024
México | EN TRES PATADAS POR DIEGO PETERSEN FARAH

Santos de hoy

Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, es sin duda uno de los personajes de nuestro tiempo y uno de los cinco grandes del siglo XX

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Ya nada es como antes, ni siquiera los santos. La canonización de Juan Pablo II ha levantado muchas expectativas y no menos críticas, porque ser beato o santo hoy es mucho más complicado, y no sólo por la inmediatez de la información, que hace que cualquier cosa sea cierta o falsa, matizada o sin matices, dé la vuelta al mundo en segundos, sino sobre todo porque hoy nadie tiene el control de la opinión pública. Uno de los riesgos de canonizar a un personaje a apenas seis años de su muerte es que sus virtudes y sus defectos siguen vivos.

Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, es sin duda uno de los personajes de nuestro tiempo y uno de los cinco grandes del siglo XX. Más allá de cuestiones de fe, Wojtyla fue uno de los transformadores de su época. Su influencia para la caída de la “cortina de hierro” y el derrumbamiento del sistema comunista es fundamental. Quien cambió el rumbo de la Guerra Fría, o al menos aceleró el proceso, fue Juan Pablo II. Para ello se alió no con el diablo pero sí con su pariente más cercano: la CIA, la agencia de inteligencia más sucia e inescrupulosa del mundo. El mismo Juan Pablo que condenó a los curas revolucionarios de Nicaragua y aniquiló a la Teología de la Liberación le dio un espaldarazo público a Pinochet.

Juan Pablo II fue un Papa retrógrada. Aquellas ventanas que abrió Juan XXIII para airear a la Iglesia, Wojtyla las cerró. Quiso evitar la contaminación externa y lo que logró fue que la podredumbre interna se fermentara hasta que el hedor resultó incontenible y salió hasta por los poros. Los escándalos de abuso sexual fueron la parte más visible y, dentro de ellos, el de Marcial Maciel, a quien propuso como ejemplo de la juventud en 2004, el peor de todos. No hay manera de ocultar el papel de Wojtyla en el encubrimiento de Maciel pues, en todo caso, quien le ocultó la información es el mismo que lo está promoviendo a los altares, Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI. ¿Paradoja?

Los santos no tienen biografía, tienen hagiografía, es decir, historias en las que sólo aparece, y de manera exaltada y exagerada, el lado bueno de la vida de los personajes. Esto es posible cuando los personajes vivieron hace 200 o 300 años. ¿Quién puede decir hoy si San Felipe de Jesús hizo lo que hizo o dijo lo que dijo? Nadie, y da igual. Un santo es un símbolo. Pero ¿qué pasa cuando el santo, además de hagiografía, tiene biografía, como es el caso de Wojtyla? Están vivos sus seguidores, pero también sus detractores y, sobre todo, sus biógrafos.

Acelerar la canonización es exponer al personaje al escrutinio público. Sin embargo, el carisma y fuerza de Juan Pablo II son en este momento uno de los activos más importantes de la Iglesia católica y su elevación a los altares será un gran impulso para la iglesia.

Los santos ya no son como antes. El mundo, tampoco.

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