Rumbo a la Ley de la Juventud

Por más que muchas personas continúan desconfiando de la cordura de la juventud, la verdad de las cosas es que si les damos la oportunidad, los jóvenes de hoy tienen mucho que aportar, con independencia de su vocabulario, forma de vestir o corte de pelo, afortunadamente hay mucha “tela de donde cortar”.

Esto lo pude constatar en el curso de la presente semana, luego de asistir al Foro “Rumbo a la Ley de la Juventud”, mismo que se llevó a cabo en el auditorio del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara (CUCEA), a donde acudieron los responsable de impulsar ante el Congreso del Estado lo que sería la iniciativa que vendría a distinguir al Estado de Jalisco —si es que llega a aceptarse—, por ser la primera Entidad que cuenta con un instrumento semejante, además de funcionarios jóvenes del Ayuntamiento de Guadalajara (encabezados por el primer edil), quienes realizaron un ejercicio que sirvió para socializar los temas que incluye la iniciativa.

En las mesas de trabajo se alcanzaron algunas conclusiones, que si bien es cierto no son definitivas, sí aportan calidad y cantidad de parte de los jóvenes participantes, los que de verdad me dejaron impresionado por la seriedad de sus comentarios, propuestas y críticas.

Ya el año pasado había tenido la oportunidad de estar en este mismo campus de estudio para presentar un libro y en aquella ocasión también me habían causado muy buena impresión, no obstante este nuevo ejercicio confirmó con creces lo que ahí se está haciendo en lo que hace a la preparación de los muchachos.

Y la verdad de las cosas es que ellos quieren, ellos saben lo que se discutía y están conscientes de lo que puede llegar a significar la ley para su futuro inmediato y para quienes hoy niños, mañana habrán de seguir sus pasos —al menos los que vi y escuché participar en mesas de trabajo como: Cultura y Educación, Movilidad Urbana, Seguridad, Equidad y Género, Análisis Jurídico, Medio Ambiente y Salud Pública—.

Por supuesto que siempre hay los “prietitos en el arroz” entre los funcionarios, ya que además de que alguno no parecía tomar en serio su papel, buscaba desesperado terminar con su trabajo para luego poder regresar al confort de su oficina.

Imagínense ustedes qué desperdicio, difícilmente estos “servidores públicos y empresarios” volverán a tener la oportunidad de congregar a jóvenes con dichas características, mismos que durante el foro se expresaron bien, con cierto conocimiento de causa y sin el menor resquemor a lo que se pudiera pensar de ellos —un fuerte aplauso para todos—.

Hago votos para que este tipo de ejercicios se extienda a otros campus y espacios de la ciudad.