Sábado, 30 de Noviembre 2024
México | Escriben: Jaime García Elías, Jacobo Zabludovsky, Lydia Cacho y Denise Maerker

ROTONDA del lunes 9 de mayo de 2011

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Por: EL INFORMADOR

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´Libre directo por Jaime García Elías
— Marchas
Hay consenso (entendido como concordancia mayoritaria de opiniones): la estrategia del Gobierno en la llamada “guerra contra la delincuencia”, ha resultado fallida. Por una parte, el común de los observadores duda de la eficacia de los operativos que de manera sistemática se realizan desde principios de la actual administración; hay la convicción de que al monstruo del narcotráfico le brotan nuevas cabezas cada vez que sus enemigos hacen alarde de haberle cercenado una o varias, por notorias que sean; no hay pruebas de que tiendan a disminuir el comercio y el consumo de estupefacientes en México; al contrario: hay señales de que cada vez es más precoz el ingreso de los jóvenes a “el infierno de las drogas”
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Bucareli por Jacobo Zabludovsky

Las causas de la causa
Ayer entró a la Ciudad de México una columna de ciudadanos que partió de Cuernavaca y llegó al Zócalo para abundar en el deseo general de recobrar la paz en el país. El detonante de esta demostración de apoyo a la iniciativa de un padre dolorido fue el asesinato de su hijo y seis amigos, sin definirse hasta el momento la motivación cierta del crimen, a pesar de la captura de supuestos sospechosos. Se justifica la marcha, inevitable imagen de una especie de plebiscito sobre la guerra que el Presidente Felipe Calderón declaró y ha mantenido contra el narcotráfico, caldo gordo de la irrefrenable ola criminal que padecemos
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Plan b por Lydia Cacho
Y después de la marcha…
Marchamos por la indignación, por la rabia, por el miedo, por la sensación de desamparo. Marchamos ayer por la paz y con un grito de viudas, de madres y padres que perdieron a sus hijos e hijas. Marchamos para entender o intentar comprender lo incomprensible, caminamos contra la muerte y sus sicarios, contra la traición del Estado y sus secuaces, contra la indiferencia social y la pobreza. Marchamos para volver a sentir al país en nuestras manos, para creer que tenemos remedio, más allá del remedio político, el de la unión y la solidaridad por una misma causa. Pero también hay quien marcha para mañana volver a su silencio, a su abulia, a su victimización perenne, a culpar a los otros de sus males
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Atando cabos por Denise Maerker
Unidos por el dolor
Nada va a cambiar con la marcha, dicen algunos. Puede ser. Pero siempre está la posibilidad de que el reclamo cale y conmueva, se multiplique y genere cambios
Nada hubiera presagiado que alguna vez caminarían juntos: amas de casa, pequeños y grandes empresarios, norteños y morelenses, mormones y católicos, militantes ocasionales o ciudadanos ajenos a lo público, o incluso alérgicos a lo político. Y sin embargo ahí estaban caminando brazo con brazo unidos por el dolor. Y es que la marcha fue eso: la suma de muchos dolores y de incontables agravios. A la pregunta de por qué estaban ahí, las respuestas se sucedían apabullantes: “Mataron a mi hijo hace unas semanas”… “Hace año y medio que mi hijo desapareció en Guadalajara”…
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