Lunes, 25 de Noviembre 2024
México | ATANDO CABOS POR DENISE MAERKER

Que nadie se quede en su casa

El 15 es para estar en una plaza en medio de empujones, cofraternizando con extraños hasta gritar varias veces juntos y a todo pulmón ¡Viva México!

Por: EL INFORMADOR

Denise Maerker.  /

Denise Maerker. /

El encargado de los festejos, el secretario de Educación Alonso Lujambio, nos sugiere que el 15 en la noche consideremos la posibilidad de quedarnos en nuestra casa para ver por televisión el desfile con motivo del bicentenario del grito de la Independencia. Dice: “Visto que el Zócalo no podrá albergar a la totalidad de los asistentes, Reforma y la Alameda se convierten en una atractiva alternativa, no obstante ello, en todos los lugares habrá cupo limitado, por lo que la televisión se presenta como una alternativa muy atractiva para disfrutar la fiesta en familia”. Difícil imaginar una invitación más triste y desangelada para semejante ocasión. ¿Cómo que cada quien en su casa para festejar el 15 de septiembre? Si una fecha llama a la calle, es ésta. El 15 es para estar en una plaza en medio de empujones, cofraternizando con extraños hasta gritar varias veces juntos y a todo pulmón ¡Viva México! El grito es la ceremonia en la que recordamos cada año que somos parte de un todo que nos trasciende, de una comunidad que comparte una historia, un presente y un futuro.

A diferencia de las otras fiestas, en el Bicentenario y Centenario no hay detrás asuntos religiosos, ni santos patronos ni reyes magos, es la fiesta de la nación. ¿Cómo entonces el mismísimo organizador imagina que es un show para verse en el sofá de la casa? Hay una explicación, y es que Lujambio y todo este Gobierno le tienen miedo a la gente en las calles. Se asustan. Además parecen no entender la fiesta y quizá por eso no supieron aprovechar la ocasión para mandar un gran mensaje y motivar un cambio de ánimo en el país, quizá por eso descuidaron la organización y se quedaron sin monumento y ahora angustiados se juegan todo en una noche en la que se gastaron 700 millones de pesos.

¿Un desfile para la tele? ¿Acaso lo importante es qué tan acomodados estamos para verlo? El desfile sólo puede ser un símbolo, un mensaje que desde el Centro se envía a todo el país. Sólo si fue concebido como simple espectáculo es que importa cuántos lo puedan ver en vivo o desde la comodidad de sus casas.

El 14 de julio de 1989 me tocó estar en París, en el bicentenario de la Revolución Francesa. Como todos los años, hubo un desfile en los Campos Elíseos. Pero esa vez fue distinto.

Encabezaba la marcha un grupo de chinos con el paliacate en la cabeza que habían usado los manifestantes de la plaza de Tian’anmen, que recién habían sido reprimidos por el gobierno de Beijing. Les seguían contingentes de varias partes del mundo. El mensaje era claro: la revolución francesa al consagrar la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano había sido un triunfo de los franceses a nombre de toda la Humanidad. Eso es lo que quiso recordar el entonces presidente socialista Francois Mitterand. El cupo, como diría el secretario Lujambio, era limitado y, sin embargo, todo París hervía de gente, de orgullo y de emoción.

Más allá del asunto del dinero que se gastaron, más allá de los problemas de organización, esperemos que este próximo 15 haya una auténtica fiesta en las calles y que del desfile se desprenda un mensaje poderoso. Ojalá.

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