Domingo, 24 de Noviembre 2024
México | BUCARELI POR JACOBO ZABLUDOVSKY

Protesto

Carlos Monsiváis expuso siempre sus argumentos contra quienes llevan siglo y medio en incesante batalla de hormigas contra el Estado laico

Por: EL INFORMADOR

Jacobo Zabludovsky.  /

Jacobo Zabludovsky. /

Excepto dos o tres respetables notas sobre la obra de Carlos Monsiváis, una abrumadora cantidad de oraciones fúnebres, obituarios de lugar común, lamentos y rasgadura de vestiduras por parte de quienes denotan que no lo leyeron ni lo conocían, se han apilado sobre sus cenizas como si fuera día de los fieles difuntos, fecha que Carlos sin duda no celebraba.

Carlos Monsiváis expuso siempre sus argumentos contra quienes llevan siglo y medio en incesante batalla de hormigas contra el Estado laico. Ésta fue preocupación central, casi obsesión combativa. Son dos las ocasiones en que sus razonamientos alcanzan las alturas de los precursores de la Revolución Francesa y del Código Napoleón.

La más conocida de esas ocasiones es un libro: “El Estado laico y sus malquerientes”, fácil de consultar porque fue editado por la UNAM en 2008 y se consigue en librerías. Su primera parte aborda las luchas desde mediados del siglo XX a lo que va del XXI. La segunda se dedica a la época contemporánea.

Es de la segunda, más breve pero no menos lúcida, de la que quiero hablar por su contenido y las circunstancias en que se dio su lectura. Fue dos años antes que el libro, en 2000 en Los Pinos, el día que el Presidente Vicente Fox le entregó a Carlos el Premio Nacional de las Artes en el campo de la lingüística y la literatura. Por si flaqueaban sus convicciones, Fox era apuntalado por sus cofrades Abascal, hijo de un ex dirigente sinarquista, y Espino, dirigente del partido en el poder. Una troika de la más rancia raigambre cristera. No se lo esperaban: el premiado eligió como tema de su discurso el laicismo, “…por su importancia cultural definitiva, primordial desde el siglo XXI, el conjunto de hechos que va de la separación de la Iglesia y el Estado que se dirige a la construcción de la modernidad, la que se tenga, bastante mejor que ninguna. El laicismo ha beneficiado estructuralmente el proceso educativo, cultural, artístico y científico, como demuestra la secularización irreversible de hoy”.

Tranquilo, Carlos hizo una pausa y citó a Abascal, secretario de Gobernación, cuando dijo: “Es necesario recuperar la religión como el espacio que propicie la vinculación del ser humano con su destino trascendente”.

Carlos comentó: “Es por lo menos insólito, un secretario de Gobernación que apenas toma la palabra instala su púlpito virtual… Como creyente, Abascal está en su perfecto derecho de proclamar las ventajas de la fe; como secretario de Estado, no. Por lo demás, ya lo dijo en otra oportunidad el secretario Abascal: “La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión”. “Textual”, agregó Monsiváis y terminó: “Por fortuna, aunque en el sigilo obtengan sus victorias administrativas, el fundamentalismo de la derecha ha perdido en México una tras otra sus batallas culturales”.

Estupefactos, Fox, Abascal y Espino se fueron sin despedirse del premiado. Su discurso desapareció de la página internet de la Presidencia.

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