Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | CLAVE POR LUIS ERNESTO SALOMÓN

Propósitos públicos

Colaborar con la ciudad supone limpiarla, conservarla, embellecerla, caminarla, vivirla y gozarla

Por: EL INFORMADOR

Luis Ernesto Salomón.  /

Luis Ernesto Salomón. /

Hace algunos años era común ver de mañana muy temprano a personas que escoba en mano, salían a barrer y regar la calle. Como parte de una rutina de recogían hojas y basuras. Como cortesía se rociaba el agua para evitar que el polvo se levantara. Era un gesto de cuidado por la cosa pública. Había un cierto orgullo de la limpieza del barrio, de la cuadra, de la banqueta, del arbolito o de la maceta que daba hacia la acera. Llegamos a ser la ciudad de las rosas, la ciudad jardín de México. Algunas décadas después belleza y pulcritud se convirtieron en un asunto ajeno. Ambas brillan hacia el interior de los hogares y escasean en los parques aceras, calles, avenidas y espacios públicos. El orgullo se convirtió en queja y el compromiso fue dejado al gesto de pagar impuestos. Se ha perdido aquel olor matutino y con él, hemos dejado de considerar nuestros los espacios públicos para dejarlos a merced de los funcionarios.

El nuevo año induce propósitos positivos para cada persona. Es ocasión de reflexión que nos asoma al futuro. Los primeros días de enero se alza la mirada para dar trazos de esperanza al porvenir. Aparecen metas concretas que guiarán la conducta, aunque luego se disipen entre la vorágine de la rutina que consume horas y días de labor. Entre estas metas se extrañan aspectos de la conducta que tenemos hacia los asuntos públicos, y dadas las circunstancias actuales, es muy oportuno volver la vista al cariño a la comunidad en que vivimos. El amor que se profesa al terruño implica a las personas que viven en él. A sus tradiciones y forma de vida. La ciudad en la que vivimos se está transformando aceleradamente para ponerse al día en muchos aspectos. Este proceso pone en evidencia las carencias, ineficiencias, debilidades humanas que hacen surgir la crítica respecto a la forma como se conduce la vida pública.

Este ejercicio crítico, tan necesario para la vida democrática, en ocasiones conduce a cierto tipo de desánimo que los antiguos llamaban desasosiego.  Este estado de ánimo social aleja el sentido de la esperanza de mejora que se produce en estos días. Por ello es oportuno que entre los propósitos del año nuevo incluyamos un mayor compromiso con los asuntos públicos. Se trata de una intención que vaya más allá de la crítica cotidiana, tan sabrosa para la charla. Que las acciones sencillas como ceder el paso a los peatones, sonreír al conductor de al lado, limpiar la vía pública o colaborar en una labor comunitaria, son la mejor forma de compromiso con la ciudad.

Colaborar con la ciudad supone limpiarla, conservarla, embellecerla, caminarla, vivirla y gozarla. Recuperar aquel olor a mojado de calles y banquetas. Volver a las flores, a la cortesía y al sosiego. Son buenos propósitos para el año nuevo.

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