Martes, 26 de Noviembre 2024
México | Por José de Jesús Covarrubias Dueñas

Procesos electorales laicos

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Por: EL INFORMADOR

Nuestra amada Constitución de la República o Norma Rectora señala que la educación en México deberá desarrollar las facultades del ser humano en el amor a la patria, la solidaridad, la libertad y la justicia.

Asimismo, establece que la educación en México será democrática y laica, entendidos como procesos de vida que aspiran a un mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; teniendo como bases de dicha transformación social, la estructura política y régimen jurídico.

También señala nuestra Norma Rectora que toda persona es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade y que las ceremonias de culto religioso, deberán realizarse en los lugares destinados para ello.

Como dijera el gran Ignacio Ramón Prisciliano Sánchez Padilla, primer gobernador de nuestro Estado: “Cada hombre, en el secreto de su corazón que levante los templos que guste y que inciense al Dios que conciba; pero este hombre, debe respetar el culto externo de los demás, ya que no es mejor un hombre que un pueblo”.

Sumado a lo anterior, nuestra Norma Rectora, establece que el Estado y todos los servidores públicos en los diversos órdenes de Gobierno, deben actuar respetando las creencias religiosas de las personas; en correspondencia, las iglesias y los ministros de culto, no deben utilizar las ceremonias religiosas para fines políticos.

De acuerdo con el censo del Inegi de 2010, las principales religiones de nuestro país son la Católica, la Protestante y Evangélica y la Bíblica no Evangélica; de las cuales, la primera ocupa el primer lugar con 84 millones 217 mil 138 personas; la segunda con siete millones 590 mil 489 y la tercera con dos millones 326 mil 338, mientras que cuatro millones 660 mil 692 no tienen religión.

Entonces, si somos 112 millones 336 mil 538 de habitantes en la República Mexicana, tenemos que en porcentaje, la religión Católica ocupa 83.9%;  la Protestante y Evangélica 7.6%, la Bíblica no Evangélica 2.3%, en tanto que las personas sin religión, son 4.6 por ciento.

De lo anterior, pareciera que en México se ha olvidado que tuvimos una Guerra de Reforma, la  Revolución Mexicana, la Guerra Cristera y la guerrilla en Chiapas de 1994, entre otros movimientos violentos donde se han mezclado los ingredientes explosivos de política y religión.

Esperamos que el pueblo de México entienda que los procesos electorales deben ser laicos; de lo contrario, podrían repetirse hechos que se supone ya pasaron y que somos un pueblo plural, educado, tolerante, culto y capaz de interrelacionarse y convivir de manera pacífica y sin discriminación con personas de distintos credos, preferencias sociales, nivel económico, ideologías políticas y demás espectros sociales.

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