Lunes, 25 de Noviembre 2024
México | ATANDO CABOS POR DENISE MAERKER

Por una sociedad con vergüenza

Es sintomático que vivamos en una sociedad donde el único verdadero castigo pareciera ser la cárcel

Por: EL INFORMADOR

Denise Maerker.  /

Denise Maerker. /

Es sintomático que vivamos en una sociedad donde el único verdadero castigo pareciera ser la cárcel. Cualquier otro se percibe por las víctimas y por la opinión como insuficiente. Y es que la reputación y el prestigio parece no importarle a nadie. Así no se puede. Nunca habrá cárceles suficientes para todos los que por corrupción, incompetencia, irresponsabilidad, omisión o borrachez, dañan, a veces irremediablemente la vida de otros. Lo que se necesita es generar una cultura de la vergüenza.

Si una guardería se incendia y provoca la muerte de 49 niños y deja a otros 104 lastimados de por vida, no debería hacer falta que algún tribunal se pronunciara para que quienes estaban directa o indirectamente relacionados con su buen funcionamiento contritos presentaran su renuncia, reflejando en su rostro el dolor y la vergüenza que semejante desenlace les provoca. Sabemos que eso no ocurre. Por eso el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, especifica en su dictamen sobre la tragedia de la guardería ABC que, aunque la decisión de la Corte no implique la condena de algún funcionario en el ámbito penal, civil o administrativo, eso no debería restarle impacto e importancia porque: “Las tiene en el terreno de la ética y de la legitimidad democrática. Las tiene como censura de la gravedad de las violaciones a los derechos fundamentales constatadas, como mensaje a todas las autoridades del país para que sucesos de esta índole no vuelvan a acontecer”.

Arturo Zaldívar le propone a la Corte contribuir al cambio cultural para que la decisión que tome finalmente el pleno, más allá de ser una “censura constitucional, política y ética” de los 14 funcionarios públicos concretamente señalados, lance un “llamado a la sociedad y a las autoridades de todo el país en el sentido de que es necesario un nuevo paradigma en la cultura política, a efecto de entender en la vida práctica y no sólo en el discurso que ostentar un alto cargo público es, más que un privilegio, una responsabilidad que debe honrarse todos los días, que para el respeto pleno de los derechos fundamentales en México no hay excusas ni pretextos, por lo que toda acción u omisión grave debe ser señalada y tener consecuencias”. De entrada, y como mínimo, la inmediata pérdida del puesto.

Ojalá los otros 10 ministros lo sigan y su decisión contribuya a construir una cultura de la responsabilidad y la vergüenza, y no el cinismo que hoy impera y que demuestran quienes son señalados tratando de aventarse entre ellos la responsabilidad, o tratando de minimizar la importancia del dictamen, del ministro y de la Suprema Corte.

Los altos mandos sólo pueden ser intocables en un régimen autoritario. Y desde el poder judicial, Arturo Zaldívar les recuerda que: “En un Estado democrático diluir la responsabilidad de los altos funcionarios públicos es vaciar de contenido la rendición de cuentas y, por ende, la esencia de la representación democrática”.

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