Lunes, 20 de Enero 2025
México | Por José De Jesús Covarrubias Dueñas

Política y familia

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Por: EL INFORMADOR

Señaló el gran Aristóteles en su obra “Política”, que la primera comunidad es la que resulta de muchas familias; el hombre tiende a asociarse y se perfecciona en la “polis”, donde existe la ley y la justicia; así, la familia, como elemento primigenio de la ciudad, se integra con el marido, la mujer, el padre y los hijos (Libro I, II).

La cultura “mediterránea, eurocéntrica u occidental”, que llegó con los ibéricos a México, introdujo la familia monogámica, a diferencia de nuestras Comunidades “Precuauhtemicas”, cuyas familias eran poligámicas, al igual que las árabes.

Tan grave es en México la falta de un sincretismo jurídico adecuado, que no hemos creado una figura jurídica para que los “wixáricas” o “wirráricas”, mal llamados “huicholes” porque no los conocemos; ya que, según su cosmovisión del mundo, ellos deben estar casados con cinco mujeres, aunque en la actualidad, lo normal es que tengan dos; sin embargo, y lo recalco, no les hemos reconocido en sus tradiciones, usos y costumbres, conforme a la demagogia constitucional del artículo segundo constitucional reformado en el año de 2001 (antes artículo cuarto).

Entonces, conforme a nuestras tradiciones “occidentales”, la base de la familia es el matrimonio, institución política, económica, religiosa, cultural, social y jurídica, que adopta la forma de contrato civil en el caso de México (ver texto anterior del artículo 130 constitucional y códigos civiles vigentes).

Así, desde Roma, los grandes jurisconsultos, como Justiniano, Ulpiano y Modestino, definieron al Matrimonio o Nupcias como “la unión del varón y de la mujer, consorcio de toda la vida y comunicación del derecho divino y humano”.

En la Constitución Política de México, dentro de su artículo cuarto, se expresa: “El varón y la mujer son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y el desarrollo de la familia. Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”.

El Código Civil del Distrito Federal (CCDF), en su artículo 146, expresa: “Matrimonio es la unión libre de dos personas para realizar la comunidad de vida, en donde ambos se procuran respeto, igualdad y ayuda mutua. Debe celebrarse ante el Juez del Registro Civil y con las formalidades que estipule el contrato”.

Por otra parte, el artículo 258 del Código Civil para el Estado de Jalisco (CCEJ), lo define así: “El matrimonio es una institución de carácter público e interés social, por medio de la cual un hombre y una mujer deciden compartir un estado de vida para la búsqueda de su realización personal y la fundación de una familia”.

La familia es un conjunto o grupo de personas unidos por lazos de consanguinidad (matrimonio, unión entre mujer-hombre), afinidad (matrimonio) o civil (adopción); así, está claro, que para fundar una familia, es una condición vital la unión entre una mujer y un hombre, que es lo que se requiere para procrear y continuar la especie humana (ver “Sociología Jurídica en México”, Porrúa, 2008, de Covarrubias Dueñas, p. 214).

Hasta aquí, el matrimonio es la unión de una mujer y un hombre con los fines de ayuda mutua y procreación de la vida humana y es una microsociedad en la cual se dan interrelaciones de todo tipo, esto desde hace más de 15 siglos.

Si dos personas, mayores de edad, tres o todos los que quieran, del sexo que sea y de las preferencias sexuales que más les agraden, desean, de manera voluntaria y consciente, cohabitar con quien ellos así lo decidan, ninguna norma se los impide.

La adopción, en todas las partes de México, se les puede permitir a cualquier persona mayor de edad, honesta, que pueda mantener al adoptado y darle una forma honesta de vivir, es la adopción simple; por tanto, tampoco existe impedimento legal para que una persona pueda adoptar a un niño huérfano (o algunos, ver “Enciclopedia Jurídica Omeba”, Argentina, Tomo XIX, p. 147 y ss.).

Por lo anterior, me parece que el matrimonio es una figura jurídica precisa, clara y de una tradición jurídica de siglos; pero en México, por las necesidades y problemas de nuestra sociedad, ante las múltiples “uniones libres”, entre mujeres y hombres, sobre todo, después de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, se creó el “concubinato”, para proteger a la mujer o concubina y a los hijos.

Entonces, si dos personas del mismo sexo, quieren vivir juntas, nada ni nadie se los impide; si una persona quiere adoptar un hijo, existe la adopción simple; si una persona quiere donar o heredar a otra algún bien, tampoco nadie se los impide, ni existe disposición que pueda ir en contra de esas voluntades.

Así, conforme al cónclave que tuvimos los abogados Covarrubias, proponemos que lo más recomendable es crear una figura jurídica adecuada a dichas necesidades; por ejemplo: “sociedad de ayuda mutua”; “sociedad civil de cohabitación”; “contrato de apoyo recíproco” o de la forma en que opine el pueblo.

Pero como el pueblo es sabio, nunca se equivoca y, sobre todo, es el que manda, porque así lo dicta nuestra Constitución; pensamos que este tipo de problemas y otros más, debería de ser consultados a la gente; son muy lamentables las opiniones que se han expresado, nos denigran y nos ofenden, si la idea es que nos signamos dividiendo y acabar a la sociedad, “ahí la llevan”, no lo podemos permitir, los jaliscienses y mexicanos merecemos debates de altura, con respeto, tolerancia, pluralidad y libertad a todas las expresiones.

En México, la población mayor a 12 años, sumamos casi 82 millones de personas, de las cuales 37% son solteras; 54% viven en pareja (casados o en unión libre) y 9% son separadas, viudas o divorciadas (ver INEGI, 2008).

En conclusión, los temas de matrimonios entre personas de un mismo sexo y la posibilidad de que adopten hijos; la seguridad, la deuda externa, la necesidad de una Constitución para México y otros temas trascendentes para México, deben ser consultados al pueblo, que nunca se equivoca y al cual no se le puede corromper, se le puede engañar, pero la verdad y la justicia, nunca perecerán, siempre saldrán triunfantes.

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