Pobre México, tan lejos de Dios...

...Y tan cerca de Estados Unidos, es la frase que desde niños aprendemos en la escuela y que se atribuye a Porfirio Díaz.

Pobre Israel, tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos, dicen algunos diplomáticos israelíes, según cuenta el internacionalista Rafael Fernández de Castro en una de sus publicaciones.

México y Estados Unidos han estado unidos desde el inicio de sus vidas como naciones independientes, no sólo por la geografía sino por la inspiración institucional.

De hecho, los Sentimientos de la Nación, de José María Morelos y Pavón, se inspiran en la Declaración de Independencia de Thomas Jefferson, y nuestra Constitución de 1917 recoge los principios de federalismo y separación de poderes de la Constitución estadounidense de 1787.

Desde hace 16 años, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte inició la institucionalización de la interdependencia económica entre ambos países.

Hoy, México y Estados Unidos viven una de las relaciones más complejas del mundo, pero hoy somos dos vecinos que no han logrado cerrar con cooperación mutua la brecha existente, vecinos que no han podido acercar sus indicadores de desarrollo, educación, ingreso y respeto a las instituciones.

Hay que revisar la historia para pensar el futuro. Varias son ya las voces que hacen escenarios de los próximos 100 años de la relación entre México y Estados Unidos.

Desde las voces de la paranoia como la del finado Samuel Huntington, quien predecía una reconquista por parte de los mexicanos del Sur de Estados Unidos, hasta las voces de Fareed Zakaria, alumno de Huntington, quien argumenta que para 2040 las economías combinadas de México, Brasil, Rusia, China e India serán más ricas que las del actual G-7.

Y lo que falta es la imaginación y la visión del lado mexicano. ¿Qué momento queremos vivir en los próximos 100 años no sólo con Estados Unidos, sino con el resto del mundo?

Las instituciones y el desarrollo económico de México hoy siguen la geopolítica de la vecindad con Estados Unidos, el actor dominante del sistema internacional, pero ello no debe cerrarnos los ojos a pensar que si en efecto se cumplen las predicciones de que nuestra economía será una de las 10 primeras en 30 años, hay que pensar en la forma de cómo distribuir nuestra presencia en todo el mundo y no sólo con nuestro vecino del Norte.

La historia no es destino. Ahí está el caso de países como Sudáfrica que han hecho un borrón y cuenta nueva institucional y que hoy están de pie. México debe romper los mitos en su relación con Estados Unidos, tal vez profundizar su integración económica mejorándola, pero sólo como estrategia para ampliar nuestros códigos postales en el mundo.

Las experiencias de éxito de países como España o Brasil que tienen hoy una presencia y una identidad más global y una idea más clara sobre su pertenencia en el mundo que la nuestra, son hoy referente obligado.