Sábado, 23 de Noviembre 2024
México | AYER DECÍAMOS... POR CARLOS ENRIGUE

“Parto inesperado”

Por tanto, esta colaboración, aunque yo la firme, la cuenta ella y así cito la fuente

Por: EL INFORMADOR

Platicando con mi madre de cómo se atendían los partos a principio del siglo pasado, ella me contó que en los años cincuenta las comadronas eran en este país las mayoritariamente encargadas de recibir a los niños, y lo normal era que se hiciera en el domicilio de la parturienta.

Por tanto, esta colaboración, aunque yo la firme, la cuenta ella y así cito la fuente.

Los médicos sólo eran consultados por excepción y los hospitales sólo se utilizaban en los casos que las parteras consideraban que las pacientes podían tener complicaciones mayores.

Acababa de nacer uno de mis hermanos en el hospital de El Refugio, en San Pedro Tlaquepaque —que así se llamaba lo que hoy es Tlaquepaque—, y el médico que había atendido el nacimiento se excusó por no poder esperar a que terminara la recuperación, diciendo:

— Discúlpenme, pero acaba de llegar una mujer que está a punto de dar a luz, tiene 41 años y es primeriza, y presenta —agregó el galeno— síntomas de tener un bebé de excepcional tamaño, o que puede tratarse de un parto múltiple. Viene de El Salvador, una localidad muy aislada, y desde luego no tuvo ningún cuidado médico durante el embarazo. Con su permiso —dijo—, y salió de la sala de partos rumbo al sitio donde se encontraba la futura madre.
La mujer y su marido estaban muy nerviosos, más de lo que cualquiera está en el primer evento de esta clase, el marido estaba especialmente nervioso. Eran campesinos habitantes de la Sierra, de muy baja condición económica.

El galeno auscultó a la paciente y dijo al angustiado marido:
— O es un niño muy grande o se trata de un embarazo múltiple.

— ¿Y qué es eso? —preguntó el futuro padre.

— Que pueden ser dos niños y no sólo uno, dijo el facultativo.

— ¿Dos? —cuestionó el marido que seguro que no sabía que eso existía.

— Sí —contestó el galeno acompañando la camilla rumbo a la sala de partos. y agregó al cónyuge que le avisaría en cuanto naciera; en ese tiempo no ingresaban los maridos a apoyar a su mujer, tal y como se estila ahora.

En cuanto nació la criatura, salió al pasillo la enfermera que lo atendía y dijo al sufrido padre.

— Ya nació y es un hombre, y viene otro —dijo, volviendo a entrar a la sala de partos.

El padre quedó orgulloso por el crío y sorprendido del anuncio del segundo crío.

Tiempo después volvió a salir la enfermera, y dirigiéndose al padre le dijo:

— Fue otro niño y viene otro.

Antes de que la enfermera pudiera volver a la sala, el angustiado padre le pidió:

— Bájenla del nido antes de que siga poniendo.

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