Lunes, 02 de Diciembre 2024
México | Los anteojos de Baskerville Por Carlos Lara G.

Panismo cosecha 1950, o la generación que se fue

Hace un par de semanas murió Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, uno de los últimos panistas genuinos, verticales y coherentes de la segunda hora

Por: EL INFORMADOR

Hace un par de semanas murió Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, uno de los últimos  panistas genuinos, verticales y coherentes de la segunda hora. Recientemente leí algunas de sus obras como parte de un trabajo editorial que preparo de próxima publicación. Fue uno de sus grandes compañeros de lucha, Jesús González Shmal, quien me obsequió su poemario “La herida de Dios”, escrito en 1993, a un año de su renuncia al PAN. Empresario, catedrático, editorialista, analista político y escritor, Ortiz Gallegos fue además precandidato a la Presidencia de la República en 1987, a la presidencia del PAN ese mismo año y consejero nacional en las décadas de los sesenta, setenta, ochenta y noventa.

Candidato a gobernador de Michoacán en 1962 y diputado federal de 1985 a 1988.

Coetáneo de una generación de panistas que vivió en los años cincuenta el inicio de sus inquietudes políticas primero, e intelectuales después, si bien no perteneció a la generación incómoda expulsada en los años sesenta por tener ideas “contrarias” al partido, sí renunció por motivos similares dos décadas después. En una reciente entrevista a Hugo Gutiérrez Vega, destacado ex militante del PAN, de ésa que he denominado “generación incómoda”, pregunté cómo habríamos de llamarla. Me respondió poéticamente: “Generación de medio siglo”.

Son los miembros de esta generación y otros que con anterioridad ya habían sido expulsados del partido, quienes pudieron haber dado a éste el proyecto educativo y cultural que no tiene. Resulta casi inadmisible saber que siendo un partido fundado por destacados intelectuales, no haya sido capaz de retener a ninguno. La lista es larga e inicia con Jesús Guisa y Azevedo y Aquiles Elorduy García; continúa con Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Rodríguez Lapuente, los hermanos Ignacio y Carlos Arriola, Alejandro Avilés; sigue con Efraín González Morfín, Luis Calderón Vega, Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, y termina con Carlos Castillo Peraza y Francisco Paoli Bolio.

Hoy el PAN carece de ideólogos, y a juzgar por sus pragmáticas alianzas, también de ideología. Diez años bastaron para olvidar, en el caso de quienes por lo menos llegaron a conocer, el humanismo de Efraín González Luna; el dominio de la técnica, la jurisprudencia y la economía de Gómez Morín; el agudo pensamiento social de Efraín González Morfín; la sociología del derecho de Miguel Estrada Iturbide y Rafael Preciado Hernández; el placer por la historia y la docencia de Manuel Rodríguez Lapuente y Luis Calderón Vega; el dominio periodístico de Carlos Septién García; el talento literario de Hugo Gutiérrez Vega; la afición por el buen teatro de Ignacio Arriola, la poética de Alejandro Avilés; el análisis político de Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, el análisis filosófico de Carlos Castillo Peraza; y la agudeza y rigor disciplinario de José Francisco Paoli Bolio.

Diez años de gobierno sin entender que lo mejor de su futuro está en su pasado.

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