Lunes, 20 de Enero 2025
México | HISTORIAS DE REPORTERO POR CARLOS LORET DE MOLA A.

¿Nuestra guerra?

El apunte parecería indudable, pues sólo a los que le deseen mal a México les conviene el triunfo de los facinerosos

Por: EL INFORMADOR

Carlos Loret de Mola A.  /

Carlos Loret de Mola A. /

De manera respetuosa e insistente, varios integrantes del gabinete de Seguridad Nacional del Gobierno federal, así como hombres y mujeres que trabajan cerca del Presidente Calderón, se han acercado a este reportero con un reproche: ¿Por qué en los medios de comunicación se habla de “la guerra del Presidente contra el crimen organizado”, “la guerra de Calderón” o “la guerra del Gobierno”, y no se dice “nuestra guerra”, siendo el combate a la delincuencia un objetivo de todos como país?

El apunte parecería indudable, pues sólo a los que le deseen mal a México les conviene el triunfo de los facinerosos. Y más aún si el Gobierno plantea con una lucha de esta naturaleza reducir los niveles de violencia, recuperar los espacios públicos perdidos, frenar los delitos, impedir que a nuestros hijos se les ofrezca droga en sus escuelas. ¿Qué más puede pedir, ya no digamos una persona que trabaja en los medios, sino un padre de familia cualquiera? Sería para respaldar ciegamente a la administración que tenga los arrestos de ponerse frente al crimen. Y hacer de su guerra una guerra propia, una guerra de todos.

Aunque deseo que el Gobierno venza limpiamente a los criminales, la actual no es mi guerra porque, de entrada, surgió no como un gran proyecto de Gobierno, sino como un método de búsqueda de legitimidad política de un Primer Mandatario que llegó débil y cuestionado al poder; que con uniforme militar apostó a recuperar la seriedad de la institución presidencial vapuleada por el régimen anterior a quien le debe buena parte de su llegada a Los Pinos; basada en limpiar las policías, pero dándoles más peso aún antes de conseguirlo, de tal suerte que al inicio del partido —para ponerlo en términos futboleros— cinco jugadores del equipo propio en realidad ya llevaban la camiseta del rival; y sobre todo, sustentada en una estrategia de policías y ladrones sin escala ninguna en atacar la verdadera fuente de poder de los cárteles, que es el flujo financiero.

Lo que planteó ayer por la mañana el Presidente Calderón de hacer un consenso político-partidista en torno a la lucha contra el crimen (no es la primera vez que lo dice), es el inicio de toda política de Estado: primero el consenso, luego las medidas.

Quizá llega demasiado tarde. Quizá sus interlocutores ya no le creen. Quizá se van a juntar de nuevo, dar unos “sentidos” discursos y olvidarse del asunto hasta que haya otra ejecución, secuestro, ataque mediáticamente relevante.

Pero en una de ésas —este reportero está enrachado de sueños tras apostar que México le ganaría a Argentina— se arma un grupo de alto nivel, compacto, representativo de todas las fuerzas políticas y sus corrientes, comprometido con la prevalencia del Estado, con personas capaces de no andar filtrando cualquier información de inteligencia que se les comparta; y co-diseñe con el Gobierno el combate al crimen. Quizá sería otra historia.

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