Domingo, 24 de Noviembre 2024
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No me digas que no

Muchos diputados y senadores son vagos, vividores, ignorantes, flojos, corruptos, obcecados o mercaderes de la política

Por: EL INFORMADOR

Muchos diputados y senadores son vagos, vividores, ignorantes, flojos, corruptos, obcecados o mercaderes de la política.

Algunos lo son de tiempo completo y otros a ratos. Algunos son tan cínicos que ponen a su hermana, tía, esposa o madre a hacerles campaña y llegan cuando la cena está servida a tomar su curul. Cierto.

Otros compraron curul a “su partido” para cubrir temas específicos. Por eso tenemos a un director de noticias defendiendo los monopolios mediáticos y corrompiendo políticos con dinero sucio, o a una que sólo busca se aprueben los casinos de la mafia, o al que se asegurará de bloquear toda iniciativa que permita que en realidad se investigue el lavado de dinero porque afecta sus intereses y los de sus socios.

Ciertamente algunos legisladores y legisladoras se dedican sistemáticamente a desarticular iniciativas, no por casualidad, sino porque representan intereses ajenos a los de la sociedad. Otros simplemente no son capaces de ver el poder transformador que tienen en sus manos para generar consensos específicos. A esa mayoría tenemos que apelar.

Si bien es cierto que un gran porcentaje son la generación del No (frase acuñada atinadamente por Federico Reyes Heroles), hay que decir que Felipe Calderón ha demostrado una enorme pobreza de operación política. Tenía a Gómez Mont, quien en lugar de hacer operación política y lograr consensos, como debería, se afanó en ser ariete de Calderón. Nadie en una democracia puede creer que será fácil imponer una agenda legislativa azotándola sobre la mesa a quienes deben votar por ella. Yo no creo que Calderón sea víctima de un Congreso inoperante, creo que ha sido su cómplice, lo cual no resta responsabilidad al Congreso de la Unión. De la misma manera en que se reunió con la DEA para implementar la guerra contra el narco sin consensuar, se ha olvidado que a México lo deben gobernar tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Por esa ausencia de habilidades y voluntad de negociación del Ejecutivo y el Legislativo, este país tendrá un sistema de justicia penal mediocre, en lugar de uno ideal; por eso se han ido resquebrajando las instancias de transparencia del Estado, por descuidos al legislar y por la obsesión de Calderón de operar en solitario y sabotear su débil liderazgo. En la medida en que el Presidente impone, el Congreso paraliza, y ante esa parálisis Calderón se aísla. Al país le urge que se rompa ese ciclo vicioso. No me parece una tarea imposible.

Yo he sido testiga de cómo un buen cabildeo social multipartidista funciona y genera cambios legislativos importantes en México. Habrá que buscar estrategias de diálogo por aproximaciones sucesivas en lugar de subirnos al ring tomando esquinas. Habrá que pedirle al Presidente que dialogue públicamente con el Congreso, y a las y los legisladores que asuman que tienen en sus manos una misión para destruir o reconstruir a México. Es cierto que el puñado de legisladores que operan para intereses oscuros no van a dialogar, pero la mayoría sí podría hacer la diferencia, ¿quién dirá que sí va por México?

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