Viernes, 27 de Diciembre 2024
México | Por Raúl Alejandro Padilla Orozco

México tiene prisa

Poner las barbas a remojar...

Por: EL INFORMADOR

En la historia de la Humanidad ha quedado demostrado que la tiranía, el poder absoluto y el egoísmo, ofenden y lastiman a la comunidad; a lo largo del tiempo, hemos visto en reiteradas ocasiones, como también lo apreciamos en la Europa Oriental, con el desprendimiento de la Unión Soviética, cómo diversos países fueron enfrentando revoluciones sociales a efectos de recobrar la dignidad de una mejor forma de vida para sus habitantes.

Hoy estamos viendo en el mundo árabe también similares formas de manifestación frente a las aberraciones que están aconteciendo en Libia, y que son ampliamente inaceptables; es más la ambición por el dinero y el poder que el compromiso por servir a sus connacionales, brindándoles mejores condiciones para su progreso y desarrollo.

Pero no creamos que esto es ajeno o lejano a nuestras circunstancias socio-políticas actuales, de lo que de alguna manera acontece en América Latina, ya que cuando vemos que un divorcio vale la Presidencia de un país (como Guatemala) o de repente advertimos que en un momento dado se deja en el poder a esposas, hermanos y otros demás familiares en cargos de gobierno, para seguirse perpetuando eternamente.

Evidentemente esos abusos y excesos generan innumerables y crecientes inconformidades sociales, como cuando un partido se perpetúa en el poder y deja de responderle a la ciudadanía, por atender sus intereses personales, dilapidando su credibilidad y capital político.

Es así como apelando a la sabiduría popular que advierte “poner las barbas a remojar, cuando veas las del vecino cortar”, convendría que en nuestro propio Continente, los partidos políticos revisen a ciencia cierta y a profundidad, el nivel de comunicación e interrelación que guardan con la ciudadanía, y si efectivamente sus políticas públicas y comportamiento colectivo se apega a los anhelados sueños y legítimas demandas de la comunidad.

México no se encuentra al margen de tales circunstancias, y en buena medida las encuestas de opinión que apuntan hacia un creciente divorcio entre ciudadanos y partidos políticos, en medio del desencanto por la democracia y la alternancia en los poderes públicos, evidencia una desatención y descuido por los intereses comunitarios.

Por consecuencia todo partido ajeno a los intereses de los ciudadanos, que atienda prioritariamente a los militantes (sean o no capaces y competentes para el servicio público), que privilegie cotos de poder o cuotas de participación (incluyendo las denominadas “de género”), que siempre postule a los mismos personajes (aunque públicamente cuenten con malos antecedentes) y tolere abusos e ilegalidades, está destinado a la inevitable derrota, la censura colectiva y la extinción institucional.

No olvidemos que México tiene prisa de cada vez más ciudadanos participantes en política, de sangre nueva y renovada en las trincheras de servicio público, así como de partidos políticos que premien talentos con resultados comprobados, a efectos de fortalecer sus instituciones y mantenerse en el beneplácito colectivo; sólo así podrán seguir con la firme esperanza de que lo mejor está por venir.

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