México, derrame al cuadrado

Como si no fuera suficiente con el tema del asesinato del candidato a gobernador por Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, unos cuantos días antes de la jornada electoral, comenzó la temporada de huracanes y se habla ya de un posible impacto en playas mexicanas por el derrame ocasionado por la explosión de la plataforma de British Petroleum (BP) en el Golfo de México.

¡Derrame doble!

Con el asesinato de un candidato a menos de una semana de los sufragios, lo cual ya es preocupante, eso en una mano y en la otra se acerca un desafío enorme por cuanto a que la fuga de crudo, el derrame de hidrocarburo en el Golfo de México, es ya un potencial desastre ecológico, no sólo para las costas de los Estados Unidos, en cuyas aguas estaba la plataforma que explotó, sino para las mexicanas también, por el tipo de corrientes que se exacerban entre julio y septiembre en este mar compartido.

En suma, vamos directo hacia un verano caliente.

Nadie niega que en medio del chapoteadero de sangre y crudo haya algunas buenas noticias, como las de un sector exportador que repunta y las de una economía resistente a las balas.

Porque no es poca cosa que el asesinato de un candidato apenas sea un rozón de bala de menos de 100 centavos para el valor del peso, y que de acuerdo con la Oficina de Estadísticas de Transporte, el comercio entre Estados Unidos y México llegó a 27.8 mil millones de dólares mensuales en el mes de marzo pasado.

Pero las buenas noticias apenas hacen mella en un entorno signado por lo que Jimmy Carter describió al final de la década de los setenta, cuando la crisis de los rehenes en Irán, como “malaise”.

Ese malestar, o “malaise”, es una sensación perfectamente lógica. Igual que le sucedió a los estadounidenses en 1979 cuando padecieron la humillación del secuestro colectivo de su personal diplomático en México, lo que está siendo secuestrado y produce enorme malestar entre muchos de nosotros es el proceso democrático.

Partidos y candidatos padecen porque la violencia se ha derramado de tal forma que nadie parece estar a salvo de quienes hacen gala de su poder destructor.

Por el Estado de Tamaulipas comienza a llegar otro flagelo: además del narcotráfico, el de la contaminación ambiental.

Una secuencia de ocho errores en el manejo de riesgo por parte de la petrolera BP ha ocasionado un desastre ecológico de proporciones impresionantes.

El huracán Alex, el primero de la temporada que esta semana retrasó vuelos y ancló a embarcaciones cerca de la costa, acercó el crudo precisamente al azotado territorio tamaulipeco.

No cabe duda de que por el salpicadero de malas noticias ésta no fue una buena semana para México y los mexicanos; pero si algo sabemos de derrames y de tormentas, es que no hay mal que dure 100 años ni tonto que lo soporte.