Lujambio acepta desorden en celebraciones

CIUDAD DE MÉXICO (22/JUL/2010).- A menos de dos meses de la celebración de los 200 años de la Independencia de México, el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, toma el control de la coordinación de los festejos. “Se ha percibido un desorden”, reconoció.

Sin embargo, Lujambio asume la responsabilidad, hasta ahora en manos del historiador José Manuel Villalpando, sin poder determinar cuál será el costo final de las celebraciones que hasta el momento es de dos mil 900 millones de pesos, cifra que va en ascenso.

Luego de “un periplo de coordinadores” que han tenido el encargo de organizar los festejos, Alonso Lujambio toma las riendas y lo hace sin saber todavía a detalle cómo va la estela de luz que se construye en el Paseo de la Reforma, ni cuánto presupuesto más se requerirá para convertir la celebración en “festejos inolvidables para los mexicanos”.

A 57 días del gran evento en Zócalo donde concluirá el desfile integrado por 30 carros alegóricos, presentaciones escénicas y conciertos masivos, el funcionario reconoció que, en torno a la organización de las conmemoraciones, “ha sido dispersa la manera en que el Gobierno federal ha ido informando del cúmulo extraordinario de actividades que hemos desplegado, de modo que se ha percibido ciertamente un desorden”.

La política cultural no ha sido una fortaleza para los gobiernos panistas. Desde el sexenio foxista, el primer responsable para coordinar los festejos del Bicentenario fue el propio Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como un intento de bajar las diferencia que existían entre el propio Vicente Fox y el fundador del PRD, pero también con la intención de debilitar al entonces jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

En noviembre de 2006, Cárdenas renunció y fue entonces cuando Fox pasó la responsabilidad a su sucesor.

Felipe Calderón se tomó su tiempo. En marzo de 2007 encargó a Sergio Vela la coordinación de los festejos. Vela asumió dos funciones: encabezar CONACULTA y coordinar la Comisión.

Después siguió Rafael Tovar y de Teresa, un funcionario cultural de sólida carrera dentro del antiguo régimen priista. Tal vez Calderón intentó ser incluyente y plural, y por ello acudió a alguien ajeno a su partido.

Tovar y de Teresa también renunció por presuntos “roces”. Además, se comenta que hubo otro motivo: el dinero.

Quedó al frente de los festejos José Manuel Villalpando, historiador que se desempeñaba como director del Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones de México de la Secretaría de Gobernación. El mal manejo de los recursos, intentó justificar los gastos por las celebraciones y rechazó un derroche de recursos. Finalmente, el desorden lo sobrepasó.