Viernes, 22 de Noviembre 2024
México | PALESTRA 20 POR JORGE OCTAVIO NAVARRO

Los muertos de Jalisco también cuentan

En Jalisco, a diferencia de Michoacán, no hay todavía quienes levanten pancartas para defender a narcos, pero aquí también están muriendo personas y deben contarse

Por: EL INFORMADOR

Jorge Octavio Navarro.  /

Jorge Octavio Navarro. /

Lo que está pasando en Apatzingán, Michoacán, marca un nuevo hito en la lucha contra el narcotráfico. Aunque ya se habían visto señales de apoyo a los grupos del narco en otras manifestaciones públicas, fueron identificados como burdos intentos de los criminales por confundir a la sociedad.

Pero en una población pequeña, donde todos se conocen, es poco menos que probable que sean “sembradas” las muestras de apoyo a “La Familia” en una marcha convocada el domingo pasado para demandar la paz.

Estas señales populares, sumadas a declaraciones de la autoridad municipal que acusa abiertamente a la Policía Federal como origen de la violencia, permiten concluir que hay grupos de narcotraficantes que además de estar infiltrados en corporaciones policiacas y diferentes niveles de Gobierno, se han ganado la simpatía de no pocos ciudadanos que ven en su poder fáctico al sustituto del vacío que hace años dejaron las autoridades formales.

A simple vista parece obvio. Nada más fácil que uno o varios jefes del narco dotados de carisma natural acaben por parecerse a un Robin Hood casero. Es más, hasta funciona como estrategia para consolidar su fortaleza en la zona y eliminar la legitimidad de alcaldes y jefes policiacos.

Sin embargo, la transformación del delincuente en héroe popular no ha sido reconocida ni admitida en ningún caso por el Gobierno de la República, porque significaría reconocer que la estrategia tiene fallas y es indispensable modificarla, tal y como exigen voces calificadas en todo el país, a las que ignora el Presidente Calderón, totalmente obcecado.

Pero mientras en Apatzingán y sus alrededores se vive un literal toque de queda y en Morelia persisten las acciones de organizaciones criminales que hacen más difícil la vida cotidiana después de los violentos bloqueos carreteros de la semana pasada, en Jalisco también se cuecen habas.

El foco rojo jalisciense está en Tecalitlán, conocido más por ser la cuna de los sones y del Mariachi Vargas, pero que desde la madrugada del sábado acaparó titulares por un enfrentamiento entre bandas armadas que, según todos los indicios, pertenecen a grupos rivales del narcotráfico. El saldo son 13 muertos, 22 heridos y una región donde la seguridad es un recuerdo.

Por más que funcionarios como el secretario Fernando Guzmán Pérez Peláez y el gobernador Emilio González Márquez presuman machaconamente que estamos mejor que otros estados, las evidencias dicen lo contrario. Ya no se trata sólo de ejecuciones de quienes, presumiblemente, estaban metidos en el negocio del narco, ahora son balaceras en lugares públicos e incluso, como en Tecalitlán, en concentraciones religiosas. Si hace unas semanas las granadas sólo estallaban en películas de acción, ahora son de uso común.

Ya sean federales o estatales, las autoridades deben revisar directrices para enfrentarse al crimen organizado. En Jalisco, a diferencia de Michoacán, no hay todavía quienes levanten pancartas para defender a narcos, pero aquí también están muriendo personas y deben contarse.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones