Viernes, 22 de Noviembre 2024
México | Y... PENSÁNDOLO BIEN POR FRANCISCO BARUQUI

Los caminos y los cambios

¿Dónde escuché yo que es en la mirada en la que se reflejan los sentimientos y las expresiones del alma?

Por: EL INFORMADOR

Francisco Baruqui.  /

Francisco Baruqui. /

Una pintura que me ha impactado siempre es “La Última Cena” del genial Leonardo Da Vinci, en la que el artista plasmó según su imaginación, el momento en que Jesús en el cenáculo revela a sus apóstoles que por uno de ellos va a ser traicionado.

Cuentan que Leonardo tardó más de una veintena de años en terminar su obra, pues era muy exigente en escoger a los modelos que representarían el solemne acto.

Al primero que quiso pintar fue a Jesús. Y tiempo tardó en encontrar alguien que reflejara en su rostro virtud, pureza, bondad y los más nobles y bellos sentimientos, a más de una expresión varonil extraordinaria.

Buscando afanosamente, dio con un joven con esas características, quien gustoso y honrado aceptó ser el modelo del inconmensurable pintor. Y así…

Y así, fue localizando en los siguientes años a los once modelos que representarían a los apóstoles, dejando solo pendiente a Judas Iscariote no habiendo encontrado el modelo adecuado, toda vez que pensaba que debía ser una persona de edad madura que mostrara en su rostro las huellas de la avaricia y la traición. El cuadro quedó inconcluso por tiempo largo al no encontrar una faz que reflejara la expresión de tanta maldad.

Pasaron años y se enteró de un criminal que había sido apresado y que tenía la edad que Da Vinci había imaginado para el Judas de su pintura.

Consiguiendo permiso de las autoridades, fue a la cárcel a visitar al hombre que se decía era el engendro del mal. Al verle, quedó impresionado logrando autorización para que se le permitiese al reo presentarse por las tardes en su estudio para posar.

Mucho tiempo pasaba el penante custodiado por guardias posando para la obra hasta que por fin fue terminada… Invadido por la felicidad el autor, pidió a los policías que le permitiesen al preso contemplar la genial pintura para la cual había modelado. Al verla, éste cayó de rodillas llorando desconsoladamente…

Sorprendido Leonardo le preguntó: ¿Por qué lloras hombre?  “Maestro Da Vinci, ¿Es que acaso no me recuerda..?”  Observándolo con fijeza el genio le contestó: “No, yo nunca antes te había visto”. Sollozando y pidiendo perdón a Dios le dijo: “Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro…”

Y…  PENSÁNDOLO BIEN.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN, la vida a veces nos lleva por caminos que van cambiando nuestra manera y forma de ser. Son cambios que se ven reflejados en nuestra apariencia exterior.
Por ello, de la abundancia y profundidad de nuestros sentimientos hablarán nuestras obras que se verán también reflejadas en la mirada y en cada uno de nuestros gestos.

De ahí bueno será atesorar lo que beneficia y desechar lo que perjudica.

¿Dónde escuché yo que es en la mirada en la que se reflejan los sentimientos y las expresiones del alma?

Y sí, la vida nos va cambiando…

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