Jueves, 28 de Noviembre 2024
México | EN TRES PATADAS POR DIEGO PETERSEN FARAH

Los Legionarios y el castigo de Dios

A la Iglesia no le interesa una comisión de la verdad para saber que pasó o qué no pasó con los seminaristas abusados por el padre Maciel

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

“La justicia no lleva prisa, y la de Dios tiene siglos por delante, mi querido Adso”, le dijo Guillermo de Baskerville, el super monje investigador de El nombre de la rosa, la primera, y sin duda la mejor, novela de Umbeto Eco.

En la abadía donde los crímenes sus sucedían día a día y el temor llamaba a urgencia, la justicia de Dios iba a su ritmo.

Por eso en el caso de la revisión y refundación de los Legionarios de Cristo, el cardenal Di Paolis ha abierto una ventanilla de quejas eufemísticamente llamada “comisión de acercamiento”, para quien “de diversas maneras elevan pretensiones en relación con la Legión”.

En la misma ventanilla desfilarán abusados sexualmente por el padre Maciel, abusados económicamente, es decir a quienes les quitaron su patrimonio en virtud de unas reglas internas leoninas, quienes se dicen hijos del sacerdote cotijense y reclaman herencias y, supongo, hasta los acreedores.

Ganar tiempo ha sido y seguirá siendo la estrategia para aminorar conflictos dentro de la Iglesia. Si algo tienen las iglesias históricas, pero de manera especial la católica, es la conciencia de lo eterno.

Como institución encargada de la administración de lo sagrado y del acceso a la eternidad, la Iglesia se ve a sí misma igualmente como eterna; existe por voluntad de Dios y al parejo de Dios.

Como su reino no es de este mundo, ellos no administran delitos, administran pecados. El delito es la conducta humana antisocial, que tiene que ver con res mundana.

El pecado es la conducta en relación con lo eterno, por eso su sanción, su redención y su justicia no llevan prisa.

En esta lógica de la justicia que tiene toda la eternidad para decidir, lo que en realidad hace la Iglesia es gestionar el olvido.

A la Iglesia no le interesa una comisión de la verdad para saber que pasó o qué no pasó con los seminaristas abusados por el padre Maciel, como nunca le interesó saber quiénes habían colaborado desde el Vaticano con el régimen fascista y el genocidio judío en la Segunda Guerra Mundial, ni qué paso con el escándalo del Banco Ambrosiano en los ochenta, con todo y su muerto colgado del puente de Londres.

Visto en la eternidad, nada es significativo, nada es relevante y todo es sujeto de olvido.

Nada importante va a pasar en los Legionarios de Cristo. El proceso será tan largo que los demandantes de justicia no vivirán para verla, mucho menos para exigirla; los que reclaman despojo tendrán tiempo para recuperarse económicamente y los hijos de Maciel para platicarle a sus nietos.

Todo se va a olvidar, incluso de existencia del padre Marcial, cuya imagen, en justicia eterna, será borrada de la memoria.

El castigo de Dios es el olvido, mi querido Adso.

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